Por: Hilde Meléndez
Alumna de comunicación, especialidad
en periodismo.
Todo el mundo tiene
inseguridades, algunos más que otros, pero lamentablemente esta sociedad se ha
encargado de crearnos necesidades innecesarias, es decir de querer tener todo aquello
de lo que carecemos. ¿Para qué? Es muy sencillo, todo es producto de la
mercadotecnia.
La finalidad de las marcas es vender, pero ¿cómo
puedes vender un producto que la gente no necesita? Muy fácil, sacando campañas
publicitarias que te dicen lo que tú necesitas. Si tienes una arruga, compra “tal”
crema, si tienes problemas con la caída del pelo “tal” shampoo lo fortalece, deja de caerse y además hace que
crezca pelo nuevo.
Si lo analizamos desde un
punto de vista completamente objetivo, todo lo que te he dicho es totalmente lógico y entendible. Pero qué pasa, cuando nos detenemos un poco
a pensar en las consecuencias que el consumismo está dejando en la sociedad. No
se trata de una crema o un shampoo
que hace maravillas, se trata de la manera en que nos empezamos a percibir a
nosotros mismos.
El verdadero problema se
reduce a que, el ser nosotros mismos deja de ser suficiente y peor aún empieza
a ser algo inaceptable, ¿cómo puede ser que una señora de 50 años ya tenga
arrugas? ¿Por qué sería bien visto un hombre pelón?
Son preguntas verdaderamente
absurdas, así como es absurdo el hecho de no aceptarnos y querernos tal cual
somos, con arrugas, granos, canas, con cuadritos o sin cuadritos. El físico no define a una persona.
Es importante cuidarnos
porque nos queremos lo suficiente para estar bien, no porque odiemos algo de
nosotros y queramos cambiarlo.
Así que deja de etiquetarte,
no eres vieja, ni gorda, o flaca sin chiste, no eres una puberta granuda, ni un
hombre calvo, simplemente eres tú y créeme eso es más que suficiente.
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