María Bescós Rodríguez
Y si, ¿En lugar de hundirnos entre nosotras, somos nosotras las que nos ayudamos a salir?
Toda la vida nos han enseñado a comportarnos como damas delante de un hombre, pero nunca nos enseñaron a portarnos como hermanas.
La mayor lucha que ha tenido la mujer desde 1975 no ha sido contra los hombres en su búsqueda de la igualdad, no lo que en realidad ha detenido a la mujer han sido otras mujeres, sin importar la preferencia sexual de estas, siempre ha existido una rivalidad dañina entre nosotras, llena de envidias, amigas que no son amigas que jamás se pueden alegrar un 100 % de los logros de una y que sienten una ligera satisfacción en la desgracia de la otra, tenemos un concepto de amistad distorsionado, algo que los hombres jamás podrán entender y algo por lo que les debemos de envidiar.
Claro que esto ha sido algo de toda nuestra existencia pero no fue hasta esa fecha en la que la mujer decidió buscar la igualdad que hizo más obvia nuestra situación.
El punto de vista de una feminista extrema es que la mujer cuando tiene un hijo es como si perdiera su vida, que bien podría morirse en ese momento y tendría el mismo efecto. Un poco drástico, ¿No crees? Cuando por otro lado una mujer, por decir, "machista" (lo pongo entre comillas porque me parece un término erróneo ya que una mujer machista es aquella que deja que un hombre la humille de todas las formas posibles y aun así lo coloca en un altar) te diría que con todo y las dificultades que tiene, tener un hijo es lo mejor que le puede pasar a una mujer, que es algo que te da vida. Ambas opiniones son respetables, no podemos juzgar a una por no tener el muy común deseo de fertilidad que esta por naturaleza en una mujer o a la otra por cambiar sus sueños, ambiciones y carrera por un hijo, el cual al final del día termina por ser su sueño; pero lo que sí podríamos hacer es tratar de combinarlos y tratar de dar una mejor educación a las próximas generaciones y enseñar que todo tiene que pasar a su debido momento y en la debida circunstancia.
Otra forma en la que encontramos este conflicto es que cuando una mujer se arregla, en su mayoría y sin generalizar, se suele arreglar para impresionar (causar envidia) a otra mujer, no para impresionarse a si misma a la hora de verse en el espejo y darse cuenta de todo su potencial, ni siquiera para impresionar a un hombre, LA MUJER SE ARREGLA PARA IMPRESIONAR A OTRA MUJER, esto es algo que nos tendría de dar vergüenza, nos deberíamos de sentir fatal al encontrarnos en la desesperada situación de competir hasta en ese punto.
¿De qué se trata? ¿De ser la más guapa? ¿De ser la que más liga en una noche? Y si sí es como lo planteo, ¿Qué fue lo que nos llevo a este nivel de superficialidad? ¿Cuándo olvidamos que una persona es valorada por su interior, sus logros, sus valores? Tenemos que dejar las envidias a un lado empezar a apoyarnos porque si no lo hacemos nosotras, ¿Quién lo va a hacer?
Me encantó, tanto el tema como las palabras exactas para llegar al corazón.
ResponderBorrarSin duda algo que todas las mujeres deberíamos tomar en cuenta, no se trata de ser mejor que la otra en ningún sentido pero reconocer que somos maravillosas por el simple hecho de ser mujeres.