Rosa María trabaja honestamente,
pero asegura que la corrupción del gobierno devora sus ganancias y la quiere
pobre.
Por Eduardo Romero Torres
Alumno de Prácticum I
Rosa María López tiene 34
años. Desde hace tiempo se dedica a vender dulces en una banqueta ubicada a las
afueras de la Escuela Primaria Independencia de San Mateo Nopala en el Estado
de México. “Los niños salen muy contentos a comprarme, pero hay veces que nomás
no me sale para la cuenta”, señala López, quien dice ganar a duras penas $170
pesos al día.
El sinsabor de Rosita, como le
llama su familia, llega cuando termina la venta de sus dulces. Personas que
dicen estar de parte de las autoridades municipales, le cobran $40 pesos por el
derecho de uso de piso que ocupa su puesto. “Es mucho dinero el que pierdo,
pero aunque me da mucha rabia y angustia cada vez que se acercan a cobrarme, ya
me acostumbre ¡Es mi pan de cada día!” Y es que mensualmente Rosita paga
alrededor de $800 pesos para poder vender su mercancía.
En México el cobro de derecho
de piso es una modalidad de extorsión habitual para personas que dependen del comercio
informal. De acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), el Estado de
México no admite esta conducta como delictiva, y menos aún, como castigable.
“Hace 6 años trabajaba como
secretaria en un consultorio médico allá por la colonia Cuauhtémoc. Aunque la
paga de $1000 pesos era buena, sufría de acoso por parte de los pacientes. Una
tarde uno de ellos me esperó afuera de mi trabajo e intentó llevarme por la
fuerza. Las gentes de mi alrededor escucharon mis gritos y me ayudaron. Sin
embargo, desde ese día jamás volví a regresar”.
La tristeza de Rosita aumentó desde
hace un año cuando su madre invidente de 57 años, doña Federica Rubio, fue
atropellada por un camión de doble remolque que la dejó sin una pierna. “Del
chofer nunca se supo nada porque se dio a la fuga. Nadie quiso dar la cara, ni
el dueño del camión ni las autoridades. Estoy sola con mi madre, sola con mis
hijos. La vida es dura, pero mis hijos y mi madre me necesitan”, comentó entre
sollozos y lágrimas.
La ausencia del padre
Rosita vive en una casa de
techo de lámina y ladrillo gris que tiene dos cuartos y un baño. El piso de su hogar
es de yeso y sus muebles lucen un poco desgastados. En ese pequeño espacio viven
su madre y su hijo Fernando, de 10 años, quien cuida de su abuela y le ayuda en
las tareas del hogar.
Hasta hace 6 meses su esposo,
José Martín Sierra, vivía con ella. Un día nunca volvió: “Mi esposo nos dejó.
Se fue. Él era chofer de un camión de volteo, pero sus jefes lo corrieron
porque ya no había trabajo. Desde ese entonces Martín se volvió muy agresivo e
irritable. Un día salió muy temprano y despareció”.
De acuerdo con el Instituto
Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) en México existen 5.3 millones de
madres solteras, de las cuales 3.7 millones no tienen un ingreso económico
estable que les permita cubrir sus necesidades básicas de forma íntegra.
La corrupción de la sociedad
El abandono del padre de sus
hijos dejó a Rosita en un estado completamente devastador. Su mirada triste y
las arrugas de su frente reflejan la incertidumbre que le atormenta día con
día. De ella dependen los gastos mensuales de agua ($350 pesos), luz ($270
pesos), gas ($380 pesos) y comida.
Admite que, aunque recibe una tarjeta
de apoyo por parte del gobierno del Estado de México, ésta siempre le llega con
menos dinero del acordado: “Como madre soltera, una amiga me inscribió a un
programa social de ayuda que nos prometía un apoyo de $700 pesos mensuales,
pero la señora que se encarga de repartirlas siempre nos quita $500 pesos para
su comisión”.
La situación de soledad, abuso
e incertidumbre de Rosita la ha impulsado a realizar labores de limpieza en
casas ajenas y a remendar la ropa que sus vecinos le encargan. “Aunque mi carga
de trabajo es pesada y la paga no es tan buena, doy gracias a Dios por tener
una buena salud para trabajar y ganarme un poco de dinerito extra”.
Comenta que la gran
problemática a la cual se enfrenta, no solamente la sufre ella, sino miles de
madres solteras desesperadas que son carcomidas por la corrupción de México.
“Siempre hay corrupción ¡En todos lados piden dinero! ¡Nos quitan dinero! No
importa si tienes o te falta, la ambición te transforma y te obliga a robarle
al necesitado”.
La situación de Rosita refleja
la realidad de un alto número de madres solteras mexicanas que se encuentran en
situación vulnerable. Mujeres que se ven obligadas a soportar injusticias
sociales y que necesitan urgentemente un trato humanitario que defienda la
dignidad y derechos de sus familias.
Piensa que lo que México
necesita es un cambio de mentalidad que le permita al gobierno apreciar el
potencial laboral de las madres solteras: “Si el gobierno nos diera trabajo y
un verdadero apoyo económico, nosotras daríamos el mejor esfuerzo y nuestros hijos
podrían preparase para un futuro mejor ¡Pero no! Aquí nunca pasa nada, todos
los funcionarios del gobierno siempre están queriendo aprovecharse del prójimo
¡Son una bola de sanguijuelas! ¡Corruptos! ¡Chupasangre!”.
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