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lunes, marzo 20, 2017

Rabia y angustia: el pan de cada día de una madre soltera


Rosa María trabaja honestamente, pero asegura que la corrupción del gobierno devora sus ganancias y la quiere pobre.

Por Eduardo Romero Torres
Alumno de Prácticum I 

Rosa María López tiene 34 años. Desde hace tiempo se dedica a vender dulces en una banqueta ubicada a las afueras de la Escuela Primaria Independencia de San Mateo Nopala en el Estado de México. “Los niños salen muy contentos a comprarme, pero hay veces que nomás no me sale para la cuenta”, señala López, quien dice ganar a duras penas $170 pesos al día.

El sinsabor de Rosita, como le llama su familia, llega cuando termina la venta de sus dulces. Personas que dicen estar de parte de las autoridades municipales, le cobran $40 pesos por el derecho de uso de piso que ocupa su puesto. “Es mucho dinero el que pierdo, pero aunque me da mucha rabia y angustia cada vez que se acercan a cobrarme, ya me acostumbre ¡Es mi pan de cada día!” Y es que mensualmente Rosita paga alrededor de $800 pesos para poder vender su mercancía.

En México el cobro de derecho de piso es una modalidad de extorsión habitual para personas que dependen del comercio informal. De acuerdo con el Observatorio Nacional Ciudadano (ONC), el Estado de México no admite esta conducta como delictiva, y menos aún, como castigable.

“Hace 6 años trabajaba como secretaria en un consultorio médico allá por la colonia Cuauhtémoc. Aunque la paga de $1000 pesos era buena, sufría de acoso por parte de los pacientes. Una tarde uno de ellos me esperó afuera de mi trabajo e intentó llevarme por la fuerza. Las gentes de mi alrededor escucharon mis gritos y me ayudaron. Sin embargo, desde ese día jamás volví a regresar”. 

La tristeza de Rosita aumentó desde hace un año cuando su madre invidente de 57 años, doña Federica Rubio, fue atropellada por un camión de doble remolque que la dejó sin una pierna. “Del chofer nunca se supo nada porque se dio a la fuga. Nadie quiso dar la cara, ni el dueño del camión ni las autoridades. Estoy sola con mi madre, sola con mis hijos. La vida es dura, pero mis hijos y mi madre me necesitan”, comentó entre sollozos y lágrimas.

La ausencia del padre
Rosita vive en una casa de techo de lámina y ladrillo gris que tiene dos cuartos y un baño. El piso de su hogar es de yeso y sus muebles lucen un poco desgastados. En ese pequeño espacio viven su madre y su hijo Fernando, de 10 años, quien cuida de su abuela y le ayuda en las tareas del hogar.

Hasta hace 6 meses su esposo, José Martín Sierra, vivía con ella. Un día nunca volvió: “Mi esposo nos dejó. Se fue. Él era chofer de un camión de volteo, pero sus jefes lo corrieron porque ya no había trabajo. Desde ese entonces Martín se volvió muy agresivo e irritable. Un día salió muy temprano y despareció”.  

De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) en México existen 5.3 millones de madres solteras, de las cuales 3.7 millones no tienen un ingreso económico estable que les permita cubrir sus necesidades básicas de forma íntegra.

La corrupción de la sociedad
El abandono del padre de sus hijos dejó a Rosita en un estado completamente devastador. Su mirada triste y las arrugas de su frente reflejan la incertidumbre que le atormenta día con día. De ella dependen los gastos mensuales de agua ($350 pesos), luz ($270 pesos), gas ($380 pesos) y comida.

Admite que, aunque recibe una tarjeta de apoyo por parte del gobierno del Estado de México, ésta siempre le llega con menos dinero del acordado: “Como madre soltera, una amiga me inscribió a un programa social de ayuda que nos prometía un apoyo de $700 pesos mensuales, pero la señora que se encarga de repartirlas siempre nos quita $500 pesos para su comisión”.          

La situación de soledad, abuso e incertidumbre de Rosita la ha impulsado a realizar labores de limpieza en casas ajenas y a remendar la ropa que sus vecinos le encargan. “Aunque mi carga de trabajo es pesada y la paga no es tan buena, doy gracias a Dios por tener una buena salud para trabajar y ganarme un poco de dinerito extra”.  

Comenta que la gran problemática a la cual se enfrenta, no solamente la sufre ella, sino miles de madres solteras desesperadas que son carcomidas por la corrupción de México. “Siempre hay corrupción ¡En todos lados piden dinero! ¡Nos quitan dinero! No importa si tienes o te falta, la ambición te transforma y te obliga a robarle al necesitado”.

La situación de Rosita refleja la realidad de un alto número de madres solteras mexicanas que se encuentran en situación vulnerable. Mujeres que se ven obligadas a soportar injusticias sociales y que necesitan urgentemente un trato humanitario que defienda la dignidad y derechos de sus familias.  

Piensa que lo que México necesita es un cambio de mentalidad que le permita al gobierno apreciar el potencial laboral de las madres solteras: “Si el gobierno nos diera trabajo y un verdadero apoyo económico, nosotras daríamos el mejor esfuerzo y nuestros hijos podrían preparase para un futuro mejor ¡Pero no! Aquí nunca pasa nada, todos los funcionarios del gobierno siempre están queriendo aprovecharse del prójimo ¡Son una bola de sanguijuelas! ¡Corruptos! ¡Chupasangre!”. 

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