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Michelle Angell
Practicum 1
Hagen y yo, o en inglés White God, es una película del director húngaro Kornél Mundruczó que ha conquistado el corazón de varios importantes festivales internacionales, como lo es Cannes.
Este filme llegó a nuestro país este mes y sin duda es una interesante expresión cinematográfica para nuestros tiempos. Este fin de semana tuve la oportunidad de verla en la Cineteca Nacional que como siempre tiene un cierto encanto que hace del cine toda una experiencia, pues acostumbrados a los gigantes comerciales siempre es una bocanda de aire fresco asistir a algo diferente.
Hagen y yo habla sobre la historia de Lili y su perro, Hagen. Lili es una niña de padres divorciados con bastante mala actitud. Habría que discutir el porque de su temperamento, aunque desde los primeros minutos de la película se puede inferir que tiene mucho que ver con su entorno familiar.
Hagen y la trompeta son su escape y su felicidad, y aunque el personaje de Lili no es muy expresivo, todo cambia alrededor de su perro. Cuando por azares del destino debe de vivir con su padre y Hagen no tiene lugar en este nuevo espacio, todo se vuleca en caos. Lili es obligada a tomar una decisión que es un cambio abismal en la vida de ambos.
La trama de la película, sin duda es algo fuera de lo común pues habla de un universo en el que los humanos cada vez nos introducimos más, el de los perros. La narrativa cinematográfica se divide entre el punto de vista de Lili y el de Hagen lo que crea una expectativa muy interesante. Los rasgos humanos que se le dan a los perros en esta película son excelentemente bien logrados, pues incluso se habla de que los 200 perros participantes tuvieron entrenamientos actorales para lograr esta puesta en escena, y creánme, se nota.
La fotografía y las actuaciones son de excelente calidad, la edición y el punto de vista de cada uno de los personajes son claros y entendibles, las expresiones son limpias desde el minuto uno por lo que White God te atrapa rápido.
La primera mitad es triste y fuerte, podría decir que es la mejor parte de la película antes de que el desorden y el desequilibrio muestren la cara.
Podemos ver como los perros sufren de crueldad e ignorancia por encima de muchos estándares de humanismo, pero también observaremos como todo esto cambia en el desenlace.
Esta película no es para todos, pues inclusive es una sátira tan seria que puede creerse rídicula, pero a quien entiende el universo en el que se maneja y lo que pretende decir con la inmensa imaginación del director, se llevará un par de cosas que pensar y reirá a carcajadas ante lo increíblemente improbable de las situaciones que se sucitan.
Sin decir más para no arruinar la cinta, solo les recomiendo que aprendan a tocar la trompeta, les puede salvar la vida.
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