Camila de la Fuente Sandner
Practicum 1
Se dice que la violencia se enciende cuando el
diálogo falla. Pero también es verdad que cuando desde un principio se actúa
con violencia y no se hace justicia, el diálogo tampoco se puede gestar.
Cabe destacar que la palabra diálogo requiere de
dos partes que se quieran escuchar, entender y llegar a un acuerdo. Este
proceso debe de tener cordialidad y respeto. Cada lado lo tiene que hacer de
manera voluntaria. La exposición de ideas y la libre expresión son dos
ingredientes esenciales para que se dé la receta del diálogo. Pero, ¿qué sucede
cuando no tenemos esos ingredientes?
En estos tiempos posmodernos de manipulación, los
opresores han usado la palabra mágica “diálogo” como técnica de adormilamiento
de la sociedad.
Se habla de un diálogo cuando se quiere aparentar
una solución rápida a problemas que no se resuelven con simples palabras que se
las lleva el viento. Para solucionarlo hace falta acción, justicia, reflexión y
tiempo. El Papa Francisco, personaje eclesiástico respetable y muy inclinado
hacia el populismo religioso, ha hecho uso del diálogo como herramienta
política a través de sus controversiales intervenciones en conflictos de larga
trayectoria.
Bergoglio como figura de la Iglesia ha
hecho cambios respetables como la aceptación de los homosexuales y los
divorciados en la Institución Eclesiástica. Como líder de la Iglesia ha
demostrado hacer un buen trabajo, pero como mediador político, no ha sabido
tomar los mejores caminos. Tendrá sus razones: ya sea por conveniencia o por
ignorancia, no ha comprendido que muchas veces, el supuesto diálogo es la
opción que más hace daño en un conflicto, especialmente cuando este debate es
falso. Como menciona el periodista Karl Krispin: “El Papa nos caía bien cuando
hablaba de fútbol y otras boludeces. Como mediador y político le han comenzado
los goles en contra.”
Entre esos problemas nacionales e internacionales
en los que ha servido de mediador, siempre sugiere un dialogo de paz. Pero, ¿se
le puede denominar a esta propuesta realmente como “diálogo” cuando ninguna de
las partes se escucha ni llega a un acuerdo de cordialidad? ¿Ha funcionado con
Estados Unidos y Cuba?, ¿con Colombia y la FARC? Y ahora, ¿funcionará en
Venezuela entre la oposición y el gobierno dictatorial? Por ahora, no ha
servido. Al contrario, les ha funcionado de maravilla a los dictadores y
terroristas.
En Estados Unidos, a pesar de haber hecho avances
en la historia de su relación con Cuba, todavía hay una dictadura en la isla
que azota a sus habitantes todos los días con el recorte de sus libertades,
escasez, pésima calidad de vida y por supuesto, control absoluto de todos. Los
Castro todavía condenan a Estados Unidos en sus discursos y éste, a su vez,
sigue buscando explotar a la isla de distintas maneras. El diálogo no funcionó
como la solución mágica que propuso el Papa. Las heridas siguen abiertas.
Incluso, se acusa al mismo Pontífice de haber ido a hablar con Raúl Castro, uno
de los depredadores políticos más feroces de la libertad, pero no fue a intercambiar
unas palabras al pueblo cubano opositor, reales víctimas del proceso comunista
que deteriora día a día la isla.
Por otra parte, tenemos el caso del tratado de Paz
en Colombia, en el que se habla de un diálogo entre el gobierno colombiano y
las FARC para mediar un conflicto que tiene más de 50 años y miles de víctimas.
El Papa Francisco también promovió este debate político para lograr “la paz” en
la nación sudamericana. El problema está
en que es una paz falsa, en el que no se hace justicia y la impunidad reina. Es
un proceso en el que incluso las Fuerzas Armadas Revolucionarias tendrían un
partido político financiado por el mismo gobierno, canales de televisión y la
terrible posibilidad de tener en la presidencia a un terrorista. Se aplicaría
la amnistía a criminales que cometieron actos graves contra los derechos
humanos de miles de personas y no pagarían condena si tan sólo piden perdón.
¿Podemos llamar “paz” a una solución que no tiene justicia? ¿Se están
entendiendo las dos partes del conflicto, o tan sólo cediendo poderes
ilimitados a terroristas? ¿Podemos llamar “diálogo” a algo que no va a generar
respeto ni armonía, sino más bien, más violencia?
Finalmente, estos días se ha leído la noticia de
la reunión espontánea del Pontífice con el presidente de Venezuela Nicolás
Maduro Moros, quien esta semana violó gravemente la Constitución Venezolana
eliminando la salida democrática a través del Referendo Revocatorio. Los
venezolanos llevan bajo el mismo régimen desde hace 20 años, sufriendo las
consecuencias de un gobierno que convirtió al país en una pesadilla: sin
comida, medicinas, seguridad ni oportunidades. Los venezolanos exigen el
Referendo Revocatorio y lo demuestran a través de masivas marchas tricolores.
Ahora, luego de haber restringido el Referéndum Revocatorio, entonces el
presidente exige el diálogo obligatorio con la Mesa de la Unidad, partido
opositor donde junta a todos los líderes contrarios más importantes. El
dirigente chavista actúa en contra de la voluntad de su pueblo, no quiere
entendimiento sino imposición. Cabe destacar que ya en una ocasión se hizo un
diálogo que resultó falso. De los errores se aprende. Pero casualmente, el
Papa, vuelve a proponer el diálogo, yo me pregunto, ¿qué puede cambiar esta vez?
El Papa Francisco ha usado
esta herramienta muchas veces diciendo que con esto se podría llegar a la paz
en este tipo de conflictos. Pero, ¿cómo dialogan dos países y luego ver cómo
hacen lo contrario a lo que acuerdan a sus espaldas?, ¿cómo se dialoga con un
grupo terrorista sin aplicarles la justicia? Y finalmente, ¿cómo dialoga un
dictador con sed de poder con su pueblo sometido? Eso no suena a entendimiento,
solución ni paz. Sus mediaciones políticas han resultado decepcionantes para
los pueblos oprimidos. Para los gobiernos y terroristas los debates quedan en
palabras y ya luego, fingen demencia al momento de actuar, generando más
violencia y cuando esta está presente, no es posible la propuesta que siempre da
el Pontífice. Es justamente lo contrario. Jorge Mario Bergoglio, sus intenciones
serán buenas, pero si quiere ser mediador es esencial aprender la diferencia
entre “diálogo” y “diáblogo”.
Camila, excelente artículo de opinión, muy bien escrito y con ilustraciones que son mejor que mil palabras.
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