Camila de la Fuente Sandner
Periodismo de Entretenimiento
Parcial 1
Nuestra era está regida por el espectáculo. La ética no
importa. Los valores perdieron su valor, irónicamente. Éstos se han
distorsionado. Nos reímos de las desgracias del otro y el morbo se predica como
palabra de Dios. Ya nada nos sorprende ni nos divierte. Nunca basta. Lo valioso
se define por lo que entretiene o es nuevo.
Queremos saber todo de todos, cuando de nosotros mismos no sabemos nada.
Siempre queremos más, aunque esto no nos llene ni un poquito.
Nos
hemos convertidos en seres voraces de entretenimiento. Vargas Llosa (2012)
explica que vivimos en la civilización del espectáculo, ésta en “La de un mundo donde
el primer lugar en la tabla de valores vigente lo ocupa el entretenimiento, y
donde divertirse, escapar del aburrimiento, es la pasión universal.”
Esta insaciable
necesidad ha llegado a extremos que pisan la dignidad humana y los medios de
comunicación masiva, juegan un papel importante en esto. Son los principales
propulsores de esta nueva escala de valores.
Vivimos en una
sociedad totalmente dominada por los medios de comunicación. Sin saberlo, éstos
controlan y pesan en las decisiones que tomamos. Especialmente las personas que
no son educadas, se dejan llevar por lo que dicen en los medios. Especialmente
de la televisión y las redes sociales ya que estamos bajo la primacía de la
imagen. Lo que vemos, lo creemos.
Es así como podemos
entender el poder que los medios tienen y porqué quiénes los manejan compiten,
sin importar las consecuencias, en ser el más importante. El que más se vea,
más dinero va a ganar. El que más le crean, más capacidad de controlar va a
tener. Es una responsabilidad gigantesca de la cual la mayoría no está
consciente.
Otro punto a tocar es cómo el espectáculo ha evolucionado.
Lo que fue entretenido para mis abuelos,
ya no me divierte a mí. Como todo, este valor va transformándose. Si lo que es
considerado como entretenimiento hoy se traduce a chisme, violencia, sufrimiento
y sexo: eso es lo que los medios van a ofrecer. Y si lo van a ofrecer, pelearán
por mostrar en pantalla el chisme más jugoso, la violencia más sangrienta, el
sufrimiento más desafortunado y el sexo más salvaje. Mientras tanto, las
personas van a ir acostumbrándose a este tipo de contenido para
consecuentemente, exigir que estos eleven aún más su intensidad.
Se expone este mundo
intenso a los ojos de todo el mundo sin escrúpulos. Ya no importa si en el
horario lo ve un niño, porque es la hora de oro, la que vende. La televisión y
las redes sociales son la nueva nana de los niños, como acentúa Sartori (1997):
“Esta exposición habitúa al niño a la violencia,
y lo hace de adulto más violento…Un niño de tres años no entiende lo que está
viendo y, por tanto, <<absorbe>>
con más razón la violencia como un modelo excitante y tal vez triunfador de la vida adulta.”
Si ya desde niños nos
acostumbramos a este tipo de contenidos, ¿qué tipo de espectáculo van a exigir
cuando sean adultos? ¿Hasta dónde va a llegar su sed por divertirse
infinitamente?
Todo esto funciona
como una droga, comienzas por el cigarro hasta que este ya no te hace ningún
tipo de efecto. Luego vas por la marihuana hasta que ésta no te satisfaga hasta
llegar a otro tipo de drogas mucho más pesadas. El espectáculo es la droga de
esta generación. ¿Hasta qué punto llegará esta drogadicción en los niños cuando
crezcan?
El contenido
trasmitido a través de los medios para atrapar miradas cambian nuestra forma de
ver el mundo. Ya no nos importa ver un muerto, sangre, sexo, ni violencia. Ya
no nos hace efecto, nos deshumaniza.
Ver esto en películas
–siendo por naturaleza entretenimiento- hace un efecto en la sensibilización
humana. Pero cuando las noticias son trasmitidas como película, mostrando
víctimas sin respetar el dolor ajeno para que el morbo atrape miradas, es
grave. La melodramatización de la
realidad nos convierte en meros espectadores y por lo tanto, no hacemos nada al
respecto.
Esto también sucede
cuando ves en vivo un accidente o un acto violento. No importa quién sea la víctima
ni qué efecto tenga esto en su vida. Lo que importa es ser el primero en
grabarlo y publicarlo en las redes sociales negligentemente. Lo que interesa es
formar parte del guión de esta “obra cinematográfica” en vivo y saber más y más
para chismear, no para ayudar. Lo que vale son los me gusta, que son lo mismo que el “rating” de los grandes medios
pero de manera individual.
Nos hemos convertido
en pequeños medios de comunicación masiva. No sólo por nuestra capacidad, sino
por querer difundir el morbo que tanto entretiene a las personas. Si esto está
sucediendo con nosotros adultos, ¿cómo se imagina que lo harán los niños en el
futuro? ¿Cómo manejarán está poderosa drogadicción de entrenamiento si desde
chicos ya se la damos de probar?
El artículo está perfectamente bien estructurado, se observan de una forma muy objetiva la desensibilización del humano ya desde que es un niño.
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