Por Pedro Montesinos, Practicum 1
Imagen: comingsoon.net |
En esta vigésimo
cuarta entrega del agente con licencia para matar, encontramos a un Bond
obsesionado por atar los cabos que finalmente lo llevarán a Spectre, una
organización criminal que ha estado siempre un paso delante de él. La colisión
entre 007 y Spectre es inminente.
La película
comienza con la fabulosa secuencia filmada en la Ciudad de México. Ambientada durante
un desfile de Día de Muertos, la escena
es visualmente impresionante. Ver a James Bond, vestido de calavera y siendo
parte de la celebración prehispánica, es casi un sueño.
Estos primeros
minutos de la película, pintan la festividad como nunca antes se había hecho en
la historia del cine. La energía de la secuencia es delirante, por momentos
incluso, la persecución pasa a segundo plano, esto gracias a que el ambiente es
aún más interesante que la misión del agente secreto.
Daniel Craig ha
dejado entrever en diversas declaraciones, el cansancio que acarrea tras cuatro
películas y múltiples lesiones. En esta última, dicha fatiga se nota en el personaje, y le agrega un
semblante melancólico y de derrota. No sé si este es el mejor
Bond, pero sin duda es el más complejo y oscuro.
Desde Casino Royale
se nos dio a entender lo que sería este nuevo 007, uno adaptado a las nuevas
generaciones, más humano, atormentado por sus errores del pasado, totalmente
vulnerable. En muchas ocasiones, se podría decir que este Bond es más un
antihéroe que un héroe.
En Skyfall por su parte, vimos a un villano tétrico, pero a la vez carismático, al cual no sabemos si tenerle miedo o simpatía. Nos da la sensación de que James encontró su igual.
De este villano
difícilmente podemos decir lo mismo. Christoph Waltz está un tanto
desaprovechado. Este extraordinario papel en Bastardos sin gloria, que le valió
un Oscar, lo ha encasillado como un antagónico predecible, tal pareciera que
estamos viendo al nazi que interpretó en la película de Quentin Tarantino.
De las chicas Bond,
podemos decir que nos quedamos con ganas de ver a Monica Bellucci más tiempo.
Afortunadamente nos olvidamos de la depresión de no ver más a la viuda del
mafioso italiano, cuando vemos a la hermosa Léa Seydoux entrar en pantalla.
Mientras que el
guión se queda corto, ya que el ritmo de la historia es torpe y con altibajos,
el lenguaje cinematográfico está muy bien cuidado y rescata a la cinta en los
momentos en que más lo necesita. La actuación de Daniel Craig, como siempre, es
buena y ya sabemos que el señor es garantía. Espero verlo en papeles más
profundos, ya que me queda la sensación que, como actor, aún tiene mucho por
dar.
Lo más reprochable
de la película -y esto pasa con todas
las películas de James Bond-, es la sensación que deja al espectador, la
sensación de que nuestra vida nunca será tan emocionante, ni sofisticada como
la del legendario agente secreto. Para eso tenemos sus películas.
Muy buena crítica, dibujaste justo lo que como seguidor de la saga pensé de Spectre. Sin duda un 007 un tanto más profundo que busca sus origenes, aunque hay escenas como la del tren en la que no te explicas como casi lo destruyen en una pelea y no hay más pasajeros ni personal, sólo el mesero que les sirve los dos martinis y el concierge que lleva ropa a planchar. Pero así son la cintas Bond.
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