Por Natalia Parra Díaz
Alumna de Prácticum I
7 de enero de 2014: se declara oficialmente el primer
caso de la denominada droga krokodil en México. La víctima: un hombre adulto;
el cual presentaba daños en partes de sus tejidos cutáneos, su piel estaba en
estado de putrefacción. Ya se había alertado de un posible caso en Puerto
Vallarta, Jalisco, aunque no se confirmaba aún debido a que la paciente no
había ingresado en estado de observación constante.
De inmediato se encendieron las alertas en el
gobierno. La Secretaria de Salud, sin dudar, abrió investigaciones para
detectar otros posibles casos que se deslindaran del consumo de una de las
drogas más letales en existencia. A pesar de que no siguieron surgiendo casos,
los rumores acerca de esta droga aumentaron, creando pánico e incertidumbre en
gran parte de la población por sus graves consecuencias, como las terribles
laceraciones en la piel, lo que la han llevado a que se le denomine, también,
“la droga de los zombies”.
Pero, ¿qué es krokodil?, ¿por qué es letal?, ¿de dónde
surgió?, ¿en realidad representa un grave problema para nuestro país?, todas
éstas son las preguntas más frecuentes que surgen. Para empezar, la
desomorfina, o comúnmente llamada krokodil, es un alógeno de los opiáceos, es
decir, que proviene de la morfina, aunque con efectos hasta 10 veces mayor que
ésta. Su producción casera, y muy barata, a base de gasolina, codeína (presente
en los jarabes), yodo y fósforo rojo, hacen que esta droga resulte muy
accesible y económica; la dosis de
krokodil puede llegar a costar menos de dos dólares. Un costo mucho menor que
la heroína y con efectos mucho más potentes.
Su origen data de 1932, sin embargo fue en el año 2002
que empezó a consumirse masivamente en Rusia, pasando a Alemania, y a algunos
países de Europa Occidental. En aquel momento, en Rusia, la heroína se empezó a
regular, por ende, su costo aumentó cuatro veces. Los adictos no tenían con qué
financiar su adicción. Tuvieron que recurrir a drogas que satisficieran sus
necesidades, pero sin representar una crisis para su cartera. Es así, que se
empezó a comercializar de manera clandestina esta droga, la cual debe su nombre
a las llagas que produce su consumo, parecidas a la piel de un cocodrilo.
La letalidad de consumirla radica en el hecho de que
es una droga impura, es decir, que, a comparación de la heroína y la cocaína,
ésta no pasa por un proceso de eliminación de sustancias tóxicas, mismas que al
ser inyectadas dañan los tejidos blandos como la piel y órganos, causando
necrosis e infecciones. La expectativa de un adicto al krokodil no es mayor de
los tres años.
En conjunto con la advertencia por parte de los medios
sobre esta nueva droga, en YouTube, la cadena de videos más grande y popular del
mundo, empezaron a circular clips en donde se muestran a personas bajo los
efectos de krokodil. Con más de 4 millones de vistas, el video de una joven
drogada en las calles de Nueva York es el más resonado, no sólo en nuestro
país, sino alrededor del mundo.
México, en donde, según la Encuesta Nacional de
Adicciones en 2011, el 0.7%, o el equivalente a 550 mil personas entre 12 y 65
años, son adictos a alguna sustancia, no está exento de sufrir las graves
consecuencias que traen el consumo de esta droga. En nuestra sociedad, las
clases bajas son las más propensas a caer en el consumo de ésta, pues su fácil
accesibilidad y bajo costo son los principales atractivos, además de sus
efectos.
Sin embargo, hay un horizonte alentador. A pesar de
que los medios han mostrado con una ola de alarmante información sobre esta
sustancia dañina para el cuerpo, existe otro panorama a tener en cuenta para
prevenir a la sociedad. Antes que nada, mantenerse informados es la principal
clave de prevención. Conocer acerca de la droga y sus consecuencias permite
crear conciencia sobre su consumo, y por ende, una población educada es una
población prevenida.
Por otra parte, a diferencia de Rusia y Ucrania, los
cuales llevan lidiando con el krokodil por más de 10 años, México es un caso
totalmente diferente. En aquellos países, las medidas tomadas, en cuanto a la
reducción de daños, son ineficientes. Sus objetivos se enfocan, en gran medida,
al control de distribución de la droga, y no al tratamiento y control del
consumo. En nuestro país contamos con programas de trata de adicciones, pues
antes que nada, la adicción es una enfermedad, y al ser esto es curable.
Hoy en día, en México, no han surgido nuevos casos de
esta droga que se ha convertido en todo un mito, ya sea por sus consecuencias,
o por su producción y distribución que ha cobrado vidas alrededor del mundo,
principalmente en Estados Unidos y parte de Europa. Sin embargo, ha abierto de
nuevo el debate acerca de la lucha contra las drogas, haciéndonos cuestionar
una y otra vez: ¿alguna vez acabará esta incesante lucha contra las drogas?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario