Por: Patricio Oviedo, Marion Reznik, Sofia Abadi y Vicky Tawil
Lenguajes Periodísticos Especializados
Ah, la universidad. Esa etapa de nuestras vidas tan amada por unos, y temida por otros; donde los jóvenes pasan de la infancia a la edad adulta. La era dorada de las fiestas, los romances, los viajes y las amistades que durarán toda la vida; donde nos independizamos (aunque sea un poquito) de nuestros padres, y nos preparamos para finalmente seguir esa pasión a la que le dedicaremos nuestras vidas, ya sea por el dinero, la construcción de una vida mejor, o aportarle algo a esta sociedad cada vez más destruida.
Pero, a pesar de las libertades y oportunidades
que esta nueva etapa presenta, la “uni” no deja de ser una escuela, una “para
los grandes”, y como tal, tiene sus retos y dificultades, que dejan, muy, pero
muy atrás, a esos molestos reportes de conducta de la secundaria (no te hagas,
ambos sabemos que no eras el santito o santita que presumía tu mamá).
Hasta que te encuentras con el estrés. Todos lo hemos
experimentado. Tú, yo, el vendedor de la esquina y la presidente de la
República. Es tan fastidioso que no respeta edades, tan desalmado que le
importa un comino si estás viviendo la mejor etapa de tu vida, o estás en el
fondo del abismo.
No es sorpresa para nadie que, durante la
pandemia, los niveles de ansiedad y depresión aumentaran un 25%, según reporta la Organización Mundial de la
Salud (OMS); y si lo aterrizamos a un entorno tan complejo como la universidad,
donde los estudiantes aún no se acostumbran del todo a esto de ser adulto, el
estrés se vuelve la receta perfecta… ¡Para el desastre! De acuerdo con la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) hasta el 56% de los estudiantes de este
nivel experimentan ansiedad antes de presentar un examen, tan sólo una fracción
del daño que representa para su salud.
Casos de estrés en la Anáhuac
Un caso es el de Alan quien está cursando su
séptimo semestre de la licenciatura en Dirección Deportiva, en la Universidad
Anáhuac México Norte. Pese a ser una carrera enfocada más en lo práctico,
menciona en entrevista que justo en las últimas semanas de su semestre,
la carga de trabajo ha aumentado bastante, y eso le ha perjudicado en la
administración de su tiempo, ya que también trabaja.
“Hay días en los que hasta tengo que desvelarme
para poder terminar todos los trabajos”, comenta, algo cansado, sobre su
apretada agenda. Estos desvelos evidentemente lo agotan, lo que perjudica su
rendimiento en clases, y su interacción con los demás. Afortunadamente, su
familia siempre lo ha apoyado, y le han dado ese empujón que necesitaba para
poder descansar y esforzarse para terminar bien.
Otro caso es el caso de Fernanda, quien cursa su
séptimo semestre de Comunicación, igual en la Anáhuac, pero que además es
actriz y coordinadora de la sociedad de alumnos de su licenciatura. Al principio,
se limitaba a ser una estudiante más, pero al darse cuenta que no le faltaba
mucho antes de graduarse, decidió aprovechar más lo que la institución tenía
para ofrecer; sin embargo, no es muy buena para organizarse, especialmente si
se trata de realizar tantas tareas a la vez, así que, sin quererlo, ahora debe
organizar sus tiempos, anotando todo lo que debe cumplir, y equilibrar sus
estudios, su pasión por la actuación, y las responsabilidades de la sociedad,
cuenta entrevista,.
Tanto Alan como Fernanda han reconocido al
estrés como un problema a vencer en sus vidas, y eso es algo en lo que todos,
independientemente de qué, cuándo y dónde estudiamos, podemos estar de acuerdo.
Estudiantes de distintos semestres y licenciaturas, dentro de la Universidad
Anáhuac México Norte, cuentan cómo el estrés afecta su desempeño académico, aunque la mayoría pidió mantenerse de manera
anónima.
“Cuando yo me estreso me bloqueo. Mi mente no
rinde de la manera en la que debería rendir”, dice Vicky, estudiante de
comunicación. Otra alumna añade: “de repente [hay semanas en donde] se junta
mucho trabajo, y hay semanas en las que no”.
El
reto de los exámenes, proyectos y tareas
Como se puede notar, los ; mientras que el bullying está muy por
debajo del resto (posiblemente dado que este es un entorno más adulto y
profesional, o al menos, eso espero); y, por lo tanto, es en periodos de medio
término o finales de semestre cuando los niveles de estrés se disparan hasta la
estratósfera (o más allá, si me lo preguntan).
Para explicar mejor esto, la experta en salud
mental, Daniela Zetune, comenta: “[En la universidad] dejan bastantes tareas,
hay mucho examen, hay muchas evaluaciones, y eso podría llegar a estresar mucho
a cualquier estudiante. También tenemos esa presión que existe por obtener
buenas calificaciones y por cumplir las expectativas, a veces de nuestros
maestros, de nuestros padres […] siempre estamos buscando cumplir con esas
expectativas, que podría llegar a resultar ser estresante”.
¿Cómo hacerle frente al estrés?
Todos somos
diferentes, y por lo tanto, también lo son nuestros problemas, así que
inmediatamente después de identificar cuál es la causa del estrés, se debe
encontrar la estrategia correcta para reducirlo.
Para uno de los
estudiantes entrevistados, el ‘vape’ y las fiestas con sus amigos le ayudan a
distraerse y buscar momentos de felicidad entre periodos complicados por culpa
del estudio; para otro, es el ejercicio; y un tercero dice que llevar una buena
comunicación con lo que llama “un buen profesor” es lo que puede permitirle
desahogarse y lidiar con el estrés.
Otra estudiante, Marion, concuerda con la idea
de que los profesores, si en verdad se toman en serio su trabajo, ser un
soporte del cual los estudiantes pueden sujetarse para poder solucionar sus
problemas, además de asegurar que el dormirse temprano y empezar los trabajos
con anticipación le ayudan a ser más productiva.
“Yo creo que no hay mejor red de apoyo que la
familia. Si contamos con esta red de apoyo podemos estar estables, podemos
sentir cierta calma, de que tenemos a alguien que nos está apoyando […] y nos
podría proporcionar herramientas para salir adelante, aporta Zetune, psicóloga.
Otra estrategia usada bastante por las personas
para combatirlo es la meditación. Esta no sólo libera la mente de malos
pensamientos, sino que permite reenfocar nuestros esfuerzos a tareas sencillas
y facilitar nuestra toma de decisiones. Si esto es para ti, quizás estos tres podcasts motivacionales
que te recomendamos te sea de mucho agrado; pero si no, puede que quieras
echarle una oída a esta playlist relajante para concentrarte en tus estudios.
En realidad, no importa mucho la estrategia por
la que te decidas, sino que ésta cumpla su cometido de ayudarte a frenar los
avances de estrés. No importa si es haciendo mapas mentales, acordeones,
fiestas o comiendo (¿sabías que existen ciertos alimentos capaces de ayudarte en tus exámenes?). Lo importante es que reconozcas qué es lo
que te está afectando, y encuentres una manera efectiva de contrarrestarlo.
El estrés puede ser peligroso si no se maneja
con cuidado, y en un entorno tan demandante como lo es la universidad, la
posibilidad de acabar afectado por él es demasiado alto. Debido a ello, sugiere
la especialista en la salud, Zetune que las autoridades universitarias deberían
ofrecer sesiones con psicólogos gratuitas para todo aquel que lo necesite (algo
que desafortunadamente no sucede), o programas y talleres para el manejo del
estrés y la búsqueda de la tranquilidad.
¿Y cómo sé si necesito ir a terapia? Me estarán
preguntando. Bueno, esa fue la misma pregunta que le hicimos, y la especialista
respondió que, si notamos un cambio de humor demasiado pronunciado,
afectaciones serias en los hábitos de consumo y sueño, o ya de plano dificultad
para realizar nuestras actividades diarias, o hasta deseos suicidas, es cuando
debemos acercarnos a un profesional.
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