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miércoles, noviembre 01, 2017

¡Bienvenidos a casa!


Por: Elizabeth Zamora
Practicum I

Cada año desde el mes de octubre comenzamos a prepararnos para una de las celebraciones más icónicas e importantes en México: el Día de Muertos.

En las creencias indígenas se pensaba que la muerte era el comienzo del viaje hacia el Mictlán, el mundo de los muertos, conocido también como Xiomoayan, término al que los españoles después llamaron “inframundo”.

Se decía que el lugar al que eran dirigidos dependía de la muerte que habían tenido y el tipo de vida que habían llevado, no era una cuestión de castigo o premio basado en el cielo o infierno, sino un conjunto de circunstancias que daban a conocer cuál era el camino que debías de tomar. Por ejemplo, si la persona había muerto ahogada o en algún acontecimiento relacionado con agua se mandaba con Tláloc al Tlalocan, los guerreros, los sacrificados, las mujeres muertas en labor de parto o los muertos a causa de una relación con sangre, se iban al Omeyocan, paraíso del Sol, presidido por Huitzilopochtli. El Mictlán era para los que habían muerto naturalmente, dependía el caso de la defunción de la persona para saber a dónde dirigirlos.

Después de la Conquista, se creó una fusión cultural que influyó en las costumbres y tradiciones que solíamos tener. A esta celebración de muertos se le agregaron elementos nuevos que dieron fruto al ritual festivo que actualmente conocemos.

Hoy en día seguimos con está tradición de celebrar a nuestros seres queridos que han pasado a otro mundo pero que por una noche llegan a visitarnos al nuestro, dejando el miedo de la muerte,  no mirándola como algo obscuro y siniestro sino armonizando con ella, viéndola como parte de nuestra realidad de una forma natural, tal como nuestros antepasados lo hacían.



Es por eso que para el 2 de noviembre se hace una cena de gala donde los invitados especiales son los difuntos, donde preparamos un banquete lleno de elementos que permiten su entrada a nuestro mundo por medio de una ofrenda.

La iglesia católica añadió ciertos días específicos para está celebración, pues el 28 de octubre es dedicado a los que fallecieron de forma violenta, el 1 es el Día de Todos los Santos y el 2 el Día de Muertos, la mayor celebración en su tipo en nuestro país.

La ofrenda varía dependiendo la región del país y las costumbres que se tengan, sin embargo, hay ciertos elementos fundamentales que debe llevar, comenzando por los niveles que simbolizan el camino. Si son 3 se dice que es por la tierra, el purgatorio y el cielo, una idea arraigada a la religión católica. Pero también se suelen poner 7, es el que se utilizaba originalmente, hacen alusión a cada uno de los estadíos que pasa el alma para llegar a su descanso.




En el altar se ponen ciertos elementos que ayudan a guiar al espíritu desde su viaje para permitirle pasar una velada con nosotros. Dentro de los más importantes se encuentran:

El agua: Es una fuente de vida que se les ofrece a las almas para mitigar su sed tras un largo viaje. En algunas culturas también representa la pureza del alma.

La sal: Es el elemento purificador que ayuda al alma a no corromperse en su viaje.

Las velas: Iluminan y sirven como guía, se extienden en forma de sendero para alumbrar el camino o bien se pueden colocar según los puntos cardinales también para guiarlos.



Arco: Este va colocado en la cumbre del altar y simboliza la entrada al otro mundo, el mundo de los muertos.

Flores de cempasúchil: El camino del color y olor, es muy importante ponerlas pues son el sendero que conecta el otro mundo con este.

Flor de alhelí y nube: Las flores adornan y aromatizan el lugar, para que su entorno sea agradable. En el caso de éstas dos se usan como símbolo de ternura y pureza para acompañar el alma de los niños.

 El copal o incienso: Su aroma y esencia ahuyenta a los malos espíritus, limpiando  y purificando el ambiente. En la época prehispánica se creía que santificaba el entorno.


El petate: A pesar de sus tradicionales usos el día de muertos se ocupa de dos funciones: como espacio para que las almas puedan descansar y como mantel para sus alimentos.

Fotografía del difunto: Honra la imagen de la persona que vendrá a visitarnos. Es el retrato de la persona a la que se le dedica la ofrenda. En algunas comunidades se suele poner de espaldas y frente a un espejo para que se entienda que se puede ver pero ya no existe.

Comida: Se ponen los platillos tradicionales o los favoritos del difundo para que tras su largo viaje pueda disfrutar de sus alimentos preparados por sus seres queridos.

Calaveritas de azúcar Sirven para recordar la presencia de la muerte entre nosotros.



El izcuintle: Se pone un juguete o figura en forma del perro izcuintle, que los ayuda a cruzar en su camino de ida y vuelta. Se usa más para ofrendas de niños pero sirve como guía para las almas. En la cultura prehispánica se creía que es quien ayuda a cruzar el río Chiconauhuapar, el último paso para llegar al Mictlán

Cruz: Otra de las partes agregadas tras la evangelización, se pone en la parte superior del altar, a una lado de la foto del difunto, puede ser de ceniza o sal. Su función es para que el alma pueda expiar sus culpas pendientes.

 El pan: Este elemento fue agregado tras el cristianismo, su significado es el “Cuerpo de Cristo” o bien la eucaristía. Actualmente es muy común en el altar y se ponen diferente tipo de panes pero el más tradicional es el pan de muerto.


Bebidas alcohólicas: Si es adulto se ponen sus bebida favorita para que celebre el festejo y disfrute su festín.

Una imagen de las ánimas del purgatorio: Sirve para que si el alma se encuentra en el purgatorio pueda liberar sus pecados con más facilidad.

Objetos personales: En algunos lugares ponen pertenencias del difunto para que pueda recordar momentos de su vida.

Este día se hace una celebración que nos identifica, en el altar no puede faltar el papel picado de colores que aluden a la alegría festiva del Día de Muertos e identifica nuestra tradición.

Telas de seda y satín, figuras de barro, ropa limpia u otros elementos se usan como ornamentos para crear una bella ofrenda que se hace para darle una noche extraordinaria a nuestros seres queridos que se han adelantado.


El 2 de noviembre es un día en el que se celebra poniendo altares en tumbas, casas, iglesias, etcétera. Buscan conducir a las almas hacias sus moradas y lugares donde fueron queridos y ahora son recordados, una bellísima tradición mexicana que une lo espiritual y lo terrenal en una misma dimensión, volviendo de una noche común una lunada mágica.



 Fuentes: 
https://www.mexicodesconocido.com.mx/altar-de-muertos-elementos-que-debe-llevar.html
https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol25num1/articulos/altar/


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