Por: Marisol Lebrija, alumna de Comunicación
¿En qué momento ir de
antro se convierte en una pesadilla? Todo es atractivo: las luces parpadeantes,
la música, los ligues, el alcohol, la diversión. Tal vez cuando uno se percata
que, detrás del telón de niebla de aquél escenario, existe una mafia que juega
una hambrienta ruleta rusa, esperando a que caiga su próxima víctima. Aquellas
inocentes expediciones que realizan los jóvenes a la barra del lugar para girar
en una espiral alcoholizada, los convierten en carnada para un inesperado y
fatal final. Los que mordieron el anzuelo, ¿cómo iban a saber que aquella
bebida estaba adulterada?
El punto de partida de la
investigación fue a través de un post
en Facebook, en el que se preguntó por interesados en dar testimonios. Al cabo
de unos minutos, se obtuvo respuesta. Decenas de antros y bares se convirtieron
en escena de crimen para los relatos a medio contar de jóvenes que, a partir de
ingerir un trago en la barra de los establecimientos, se sumergieron en una
amnesia de varias horas consecutivas. La mayoría de ellos despertó al día
siguiente sin saber qué hizo el día anterior, con quién estuvo, cuántos lugares
visitó o de cómo había llegado a casa. Tantas denuncias formulaban un claro
antecedente que no necesariamente apuntaba al abuso de alcohol, sino a “algo
más”.
Las víctimas entrevistadas
manifiestan horror, sorpresa y frustración cuando sus acompañantes les cuentan
cómo actuaron en el antro. Es como si hubieran estado poseídos por un
“otro”. No se reconocen, aseguran que lo
sucedido no se justifica con la cantidad de alcohol, resulta inexplicable.
Entre los jóvenes, la ingesta de
alcohol se ha convertido en el común denominador para poder divertirse. Sin
embargo, ¿por qué si detectan algo inusual, no averiguan de qué se trata? Los
síntomas, los malestares y las historias de los testigos son elementos
importantes para darse cuenta de que, tal vez, las bebidas ingeridas no fueron
del todo auténticas.
De acuerdo con declaraciones de la
Procuraduría Federal de Consumidor, PROFECO, a la revista Sexenio en el 2011,
cuatro de cada diez botellas de alcohol en México, están adulteradas. Esto
significa que el 40% del alcohol que consumimos los mexicanos, está adulterado.
Según investigaciones hechas por la
Federación Internacional de Productores de Alcohol, (conformada por empresas
como Bacardi, Pernod Ricard y José Cuervo), se concluyó que una de cada siete
botellas son falsificadas, es decir, provenientes del mercado negro, (revista
MILENIO en abril de 2013).
El alcohol se adultera, la botella
se falsifica. Adulterar el alcohol significa alterar su estructura química, es
decir, usar otro tipo de sustancias para imitar el sabor y el color originales.
La falsificación se centra en cambiar las características físicas de la
botella: los sellos, las calcomanías, etcétera. El objetivo de ambos procesos
es abaratar el producto, sacar mayor raja, engordar un mercado negro a costa
del consumidor. En fin, un tráfico ilícito.
El 16 de abril de 2013, Víctor Hugo
Michel, reportero de Milenio, hizo
pública la existencia de la llamada “banda botellera”, encargada de hacer
negociaciones con los recogedores de basura para conseguir la mayor cantidad
posible de botellas de alcohol vacías —de vodka, tequila, ron y hasta champaña—
para ser falsificadas: “oro en forma de cristal”. Señalaba que de basura, es
decir, de la nada, estos grupos del crimen organizado pueden obtener ganancias
de miles de millones de pesos: “Para los piratas
de la bebida no hay nada más rentable que una botella recién tirada al
basurero con sus etiquetas intactas y, más aún, si pertenece a una marca de
renombre”.
Según dicha nota, en Tepito, en
2007, la PGR detuvo a Irma Herrera Gutiérrez por delitos contra la salud y
violación de propiedad intelectual. Cuando los agentes federales ingresaron a
su casa encontraron “un laboratorio hechizo acondicionado con toneladas de
colorantes, bidones de alcohol industrial (como el metanol) —legalmente adquiridos—,
y decenas de ‘ingredientes’ para adulterar bebidas alcohólicas”. Entre estos
“ingredientes comestibles”: jabón limpiaparabrisas, anticongelante para
vehículos, alcohol industrial capaz de dejar ciega a una persona en una sola
noche, y hasta tintes para el cabello para dar el color añejo esperado.
Elementos “poco higiénicos y hasta peligrosos” que se encontraron en los
envases reutilizados. Asimismo, había etiquetas falsas, tapones falsificados y
hasta hologramas alterados para parecer marbetes de la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público.
Según el Reporte 130 de Violaciones
Internacionales a la Propiedad Intelectual de Washington, en México se vende
esta piratería en sitios como Tepito y bazares como Lomas Verdes y Pericoapa.
Aseguran que hay cuando menos 80 mercados de este tipo en todo el país, pero
que Tepito sigue siendo el principal centro de distribución y almacenaje para
este tipo de productos. Al fin y al cabo, este mercado es apetitoso para los
tentáculos que extiende el crimen organizado.
Es común escuchar que, aunado al uso
del metanol en la adulteración de las bebidas, en los bares y antros también se
llega a emplear etanol para adulterar los hielos, sobre todo cuando hay
promociones en la barra libre.
De acuerdo al médico urgenciólogo,
Edgar Israel Herrera Bastida, docente de la Universidad Anáhuac México Norte,
“los efectos principales que produce el ingerir una bebida adulterada con
metanol son los mismos que con el alcohol normal, pero potencializados (mareo,
náusea y desorientación). La gran diferencia estriba en que el metanol es hasta
diez veces más tóxico que el alcohol etílico (etanol)”.
Rocío Alatorre, de la Comisión
Federal para la Protección contra Riesgos Sanitario (Cofepris), declaró durante
una entrevista a Publimetro, que “no
hay forma degustativa para distinguir el metanol”. Lo cual, vuelve aún más
peligrosa la situación.
La explicación del especialista coincidió
con los síntomas declarados en los relatos de los jóvenes: “no recuerdo nada
hasta el día siguiente”, “me sentía mareada”, “vomitó incesantemente”, “me puse
súper agresiva y a puñetazos alejaba a todos”.
¿Qué porcentaje del total del licor
consumido es seguro de no estar adulterado o libre de falsificación? Ninguna. Pero
el problema es que si a las autoridades no les importa demasiado, tampoco a los
jóvenes. Es jueves, noche de reventón, los antros vuelven a retacarse. La
fiesta durará hasta el amanecer del domingo. La cruda puede durar hasta el
lunes. La historia recomenzará la semana siguiente. Sin saberlo, aquella mafia
espera hambrienta. La carnada es aquél shot
que ofrecen en la barra, pero el anzuelo sólo los jóvenes pueden decidir si
morderlo.
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