Alumna de la Facultad de Comunicación
—Mamá no soy un alcohólico, soy un borracho; los alcohólicos van a juntos y
yo voy a fiestas— le dijo Jerónimo, un adolescente de 17 años, estudiante de
quinto de preparatoria en el Colegio Cumbres, a su mamá. Tras una estancia en
Monte Fénix y dos coqueteos con la muerte, Jero aún cree que tener problemas
hepáticos, a su edad, es un juego que no puede perder. Lejos de imaginarse el
fin, todavÃa no sabe que la meta es una lápida frÃa con su nombre en ella y que
puede ser: Jerónimo Riestra Chidán (Marzo 1995- Agosto 2017).
Como él, miles de adolescentes y
jóvenes se enfrentan a una enfermedad difÃcil de aceptar. Más allá del tabú que
representa para la sociedad, el alcoholismo, un trastorno causado por el
consumo abusivo de sustancias alcohólicas, es una amenaza que atenta contra la
vida de muchos jóvenes.
Desde el comienzo de la historia del
hombre, ligado a ella, está el alcohol. Consumir bebidas alcohólicas ha formado
parte de la cultura y sociedad durante siglos. Estudios antropológicos de la
Fundación Española de Bebidas Espirituosas señalan que ciertas bebidas
fermentadas, como la cerveza y el vino, eran ya consumidas hace al menos cinco
mil años.
Por su naturaleza, el alcohol se
vinculó con lo divino y espiritual. Los egipcios dieron crédito a Osiris por
haberles permitido conocer el vino. Los griegos veneraban a Dionisio, dios
inventor del vino, celebraban la embriaguez y el frenesÃ; mientras que para los cristianos, el vino es una de las
materias de la eucaristÃa, que simboliza la sangre de Cristo, el hijo de Dios.
Hoy, lejos de todos los conceptos
históricos o religiosos, para los jóvenes del siglo XXI, el alcohol es el
consolador de todas las penas, el
potenciador de todas las alegrÃas y el mejor compañero para viciarse.
Sociedades en donde ya nada divierte a los adolescentes, juntarse para
emborracharse es la mejor manera de convivir, pasarla bien y pertenecer.
Jerónimo no quiere ser llamado
“alcohólico”, con una tribuna llena de mujeres y hombres que comparten sus
penas y problemas, él piensa que no hay más en la vida que aprovechar los
momentos de placer. Asistir a juntas de Alcohólicos Anónimos representa un
consuelo que, abiertamente, no puede aceptar.
Compartiendo su dolor, hablando desde el
corazón y sin miedo a ser juzgado, el joven no sabe que mostrarse vulnerable
hacia quienes comparten su mutua experiencia es una gran ayuda para mantenerse
sobrio. Los doce pasos y doce tradiciones, que pueden cambiar su vida,
continúan siendo sus mayores enemigos.
Jerónimo tuvo su primer contacto con el
alcohol a los 11 años, cuando una tarde, en casa de sus tÃos, su primo mayor,
de 16 años, sacó una botella de tequila e invitó a todos sus primitos a beber
unos shots. Sin la presencia de un adulto en la casa y con toda la libertad,
Jero y sus primos tomaron hasta emborracharse.
Tras haber tenido su primera experiencia
en el mundo del alcohol, el niño decidió continuar en ese camino. Largas noches
de diversión y excesos llevaron el problema de Jero a un extremo que él no
podrÃa controlar.
Una tarde de verano, mientras la familia
vacacionaba en Acapulco, Jerónimo, de 14 años, y sus primos pidieron permiso
para quedarse en la playa hasta tarde. Sin tener el control de la situación ni
noción del tiempo, los jóvenes bebieron y convivieron hasta altas horas de la
noche. Jero, bastante bebido, decidió nadar en el mar. Durante un rato, hacÃa
toda clase de acrobacias y gritaba a sus primos que lo vieran; pero cansado y
desprevenido, una enorme ola reventó sobre él y lo arrastró, dejándolo fuera
del alcance visual de sus compañeros.
Al percatarse los demás de que Jerónimo
no salÃa del mar, la más pequeña de las niñas subió al departamento a avisar lo
que habÃa sucedido. Todos los que estaban, familiares y amigos, bajaron a la
playa con la esperanza de no tener que regresar al niño a México en un féretro.
Después de más de 50 minutos de búsqueda
y con un sabor amargo, uno de sus tÃos encontró el cuerpo, inconsciente y
golpeado, a más de cuatro metros de distancia de donde los jóvenes aseguraban
que él jugaba. No le bastó con saludar a la muerte. Tres costillas rotas, una
contusión cerebral y un tobillo despedazado no fueron suficientes para
enseñarle al joven la lección que la vida le trataba de dar.
Hace un año, Jerónimo celebró su
cumpleaños en un antro, acompañado por todos sus amigos. La mejor mesa y el
alcohol en abundancia fueron básicos para la diversión del joven. Después de
haber bebido, y a altas horas de la madrugada, Jero salió escoltado por sus
choferes para comer unos tacos.
Mientras esperaban su comida, unos
judiciales pidieron al joven que los dejase pasar; pero la prepotencia y el
estado etÃlico del adolescente originaron una pelea que nadie pudo controlar.
En un ataque de ira, Jerónimo arrancó el arma del cinturón de su escolta y
disparó. Ambulancias y patrullas llevaron al joven al hospital que, por suerte,
no logró que el tiro fuera contra los policÃas; y sin intención, disparó el
arma contra su propio pie, deshaciendo por completo todos los tendones y huesos
del mismo.
“Young, wild and free” (joven, salvaje y
libre), asà se describe Jerónimo cuando le pido que lo haga. Nuestras
conversaciones son cortas pero profundas. Me cuesta lograr que me escuche, sé
que detrás del muchacho rebelde y desobligado, hay una persona inteligente y
sensible. A pesar de la armadura que se coloca todos los dÃas al despertar,
puedo sentir que el dolor de Jerónimo es cada vez más intenso. Sus ojos piden
ayuda; su cuerpo, piedad. No ha de ser fácil sufrir a diario, pobre muchacho.
Es difÃcil para él reconocer que tiene
una enfermedad que no tiene cura. Cuando llegó por primera vez a Alcohólicos
Anónimos, su piel amarillenta, ojos hundidos y cuerpo tembloroso, delataron al
joven que aseguraba no tener un problema y sólo asistir a juntas para
informarse mejor.
Hoy, Jero toma una pastilla que controla
el acné, una especificación del medicamento —Roacutan— es no beber. Las
consecuencias pueden ser fatales, pero él sabe que el dolor fÃsico no se
compara con el dolor que siente en el alma. A pesar del problema hepático que
le ha ocasionado, asegura que no tiene problemas con el alcohol, los problemas
son con su mamá.
Señor, concédenos serenidad para aceptar las cosas que no
podemos cambiar, valor para cambiar las que sà podemos, y sabidurÃa para
reconocer la diferencia. Asà comienza sus juntas diarias, con
una oración sincera, poniéndose en manos de un poder superior y reconociéndose
impotente. En una sociedad que lo juzga y con una vida de apariencias, doble A
es el único lugar en el que Jerónimo, inconscientemente, baja la guardia.
Creo que es una nota muy interesante, ya que el Ãndice de alcoholismo ha incrementado y lo más alarmante es que se este dando más que nada en los jóvenes.
ResponderBorrarEs alarmante porque los jóvenes somos el futuro del paÃs, un futuro que de seguir con estas mismas costumbres solo augura un futuro negro y lleno de incertidumbre.
Creo que es muy importante que las familias tomen conciencia y eduquen a sus hijos en cuanto al alcohol para que se responsabilicen.
ResponderBorrarSe me hace importante que los padres de familia les enseñen a sus hijos acerca del alcohol para que tomen conciencia y en un futuro no haya problemas de alcoholismo.
ResponderBorrarEste es un tema que no debe tomarse a la ligera, sin duda alguna representa un gran problema ya que se llega a pensar que el beber te brindará un lugar al que pertenecer, una mejor manera de vivir, y es un terrible error. Es importante de igual manera que los familias lo tomen como una llamada de atención y que cuiden a sus hijos, comunicación es lo que necesitan realmente, poder desahogarse para de esta manera no sentirse solos y vacÃos. Esperemos que la gente comience a concientizarse sobre este problema.
ResponderBorrarMe pareció una nota muy interesante ya que habla de un tema muy fuerte del cual la sociedad no se encuentra bien informada y siempre piensan que eso no les puede pasar a ellos, esta nota sirve par que tanto los padres como los hijos tomen conciencia de este tema que no se puede tomar a la ligera
ResponderBorrarTodos debemos aprender de este tipo de historias.
ResponderBorrarEsta muy interesante el artÃculo y todos podemos aprender algo de Jerónimo.
ResponderBorrarcómo jerónimo, miles de adolescentes sufren del mismo problema. ojalá haya más información acerca del tema para que otros puedan identificarlo y tratarlo a tiempo.
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