Por: Fernanda Bello / Practicum 1
Cinco
años después de que Maléfica (2014) llegara a las salas de cine,
mostrando a los fanáticos de Disney una versión alternativa de la clásica
historia de la Bella Durmiente, así como una villana con mucho mayor
profundidad que la versión animada original, llega a cartelera su secuela Maléfica:
dueña del mal (2019), para permitirnos
observar, nuevamente, a estos personajes principales y los nuevos retos a los que
deben enfrentarse juntos, o tal vez separados…
En el tráiler
de esta nueva entrega de la casa del ratón, una joven Aurora (Elle Fanning) le
anuncia a Maleficent (Angelina Jolie), a la que acepta como su hada madrina, su
decisión de casarse con el príncipe Philip (Harris Dickinson). Tras una breve
cena con los padres del heredero al trono, incluidas unas hirientes palabras
por parte de la reina Ingrith (Michelle Pfeiffer), Maléfica estalla, prohíbe la
boda y sale del castillo sin Aurora, quien decide permanecer con la familia
real. Durante el pequeño disgusto diplomático, el rey (Robert Lindsay) es herido,
lo que desencadena un conflicto bélico entre el reino de Ulstead y los habitantes
del Páramo.
El
primer problema: el tráiler revela demasiado contenido y ya desde este momento,
para los fans de la primera película que conocen y aprecian a los personajes, algo
huele a gato encerrado. No nos compramos del todo la primicia propuesta, ni el título
del largometraje.
Después
de este punto de quiebre, desgraciadamente, la cinta continúa desenvolviéndose de
una manera bastante predecible, con una villana que, aunque calculadora y
desviada, resulta, también, bastante plana, legible y más con un pretexto que
un motivo real para llevar a cabo sus fechorías. Además, sus escenas bélicas no logran destacar de entre el sinfín
de batallas épicas con criaturas fantásticas que
hemos presenciado en pantalla con el paso de los años.
¿Para quién va dirigido, entonces, este filme? Total y
absolutamente para los fans de la historia, los cuales podrán deleitarse con
sus espectaculares efectos especiales, disfrutar de la variedad de hadas
oscuras (de la belleza de sus alas… y de sus caras), maravillarse con las criaturas del páramo, y
conmoverse con los nuevos matices y la evolución de la relación entre Aurora y
Maléfica.
Así como en la degustación de vino, una buena película
puede ser, simplemente, aquella que te gusta, y Maléfica: dueña del mal comprueba
que aunque una cinta sea predecible no es, forzosamente, imposible disfrutarla.
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