Por
Michelle Montemayor
Alumna de la Facultad de Comunicación
¡Llegué!
La Cupcakería de la colonia Condesa, Campeche esquina con Nuevo León, 10:16 AM.
Me aplaudí haber encontrado el lugar a la primera, no me muevo mucho por la
Condesa más que para echar el drink
coqueto, de vez en cuando. Me siento en una de las mesitas, saco mi computadora
para revisar por última vez el cuestionario que tenía preparado para Jaime Kohen,
y le entro a un pastelito de Red Velvet
con singular alegría. Mato los minutitos restantes para las diez y media
preparando mi cámara; balance de blancos, apertura, velocidad… todo lo recién
aprendido en clase de fotografía por una servidora. Le pregunto a Antonio,
quien está detrás del mostrador, que si tiene algún inconveniente en bajarle a
la música que ambientaba el pequeño pero encantador local; ningún problema.
10:16 pronto se convierte en 10:40. Así como el
agua parece hervir más lentamente cuando uno se le queda viendo, por más que
observaba atentamente a los coches pasar, esperando que el joven artista se
bajara de alguno, Jaime no está a la vista. Decido marcarle a su publicista.
– ¡Hola, Sonia! Te quería avisar que ya llegué.
– ¡Hola! –responde amablemente–. Nosotros
también, aquí te estamos esperando.
Volteo apanicada a las dos únicas otras mesas,
esperando que mi despiste fuera tal que no había percibido su presencia a medio
metro de mí.
– ¿En qué Cupcakería están? –le pregunto, con
el estómago comprimido.
–En la de Sonora, esquina con Ámsterdam.
¡En la torre! Primera entrevista seria que
elaboro en mi vida, y ya metí la pata sin siquiera conocerlo.
– ¡Voy que vuelo! –le contesto ansiosamente,
mientras agarro mis chivas y me preparo para salir corriendo. Tan pronto cuelgo
el teléfono, veo el mensaje de texto que me llegó al momento de la llamada: ¿“Ya
vienes a la entrevista? Tenemos otra cosa a las 11 y nos tenemos que mover.
Sonia”.
¡Diez minutos para una entrevista de 21
preguntas! ¿Cómo le voy a hacer?
Antonio alcanza a entender la situación de esta
pobre güera distraída basándose únicamente en lo que alcanzó a escuchar y en mi
tono agitado de voz. Me dice que le pague después, y hasta me presta cincuenta
pesos para tomar un taxi. Le agradezco efusivamente por su ayuda, y me trepo al
primer taxi que encuentro, en el sitio del otro lado de la calle.
Cabe mencionar que, aunque me faltan manos, no
suelto el pastelito por nada del mundo. Por los nervios, deshago la forma del cupcake, pero me como la deliciosa
plasta de pan roja con betún color menta en el corto trayecto.
– ¡Jovenazo! –Le digo al taxista, que, después
veo, tiene aproximadamente unos 65 años–. Me urge llegar al otro changarro de
éstos que está en Sonora con Amsterdam, enfrente de la escuela culinaria.
El señor Ladislao supo perfectamente dónde;
cinco minutos, y un montón de migajas regadas después, estoy donde tengo que
estar. ¡Ahora sí, llegué!
Jaime
Kohen, junto con su manager, Farid Quintana, y su publicista, Sonia América, me
esperan en la primera mesa de esta sucursal de La Cupcakería. Saludo
nerviosamente a los tres, pero debo admitir que, tan pronto sonríe cálidamente
el artista de 26 años, mis nervios se derriten y escucho con calma lo que tiene
que contar.
Jaime Kohen |
–Ok, platícame un poco de
cómo ha sido tu relación con la música a lo largo de tu vida. O sea, ¿desde
chiquito te sentías atraído por ella, o fue un amor que nació después, más
adelante en tu vida?
–Desde chiquito siempre me ha gustado la
música, creo que no hay ser humano que no le gusta. Desde un bebé, le pones
música y ya se relaja, se distrae. Siempre me ha encantado, desde chiquito
estuve involucrado en las obras de mi escuela, en los bailes, y en la
estudiantina, todo lo artístico
–¡La
estrella del colegio!
–¡Sí, exacto! –dijo riendo–. Siempre me metían a
cantar, y la música siempre me gustaba, pero no me quería, jamás, dedicar a
eso.
–¿No habías pensado “yo
quiero ser artista de grande”?
–No, para nada quería dedicarme a eso, ni de
chiquito fue mi sueño. ¡Hasta quería ser veterinario! Ya luego, cuando acabé la
escuela, empecé estudiando diseño. Estudié eso dos años. Lo que hizo que
quisiera dedicarme a la música como una carrera, fueron dos cosas que
sucedieron a la par: una fue que aprendí a tocar instrumentos, y eso me
permitió componer…
–O sea, ¿aprendiste ya
grande?
–Sí, hace como cinco años. Lo otro que pasó,
simultáneamente, fue que pasé por una crisis personal, en la cual la música se
hizo muy presente. Entonces me di cuenta que quería hacer algo en mi vida que
llegue a una parte más profunda de las personas, más al corazón. Creo que el
diseño… digo, un espacio lindo sí te produce cosas muy lindas, pero no creo que
llegue al corazón como la música, para mí.
–Sé que estuviste en Parsons,
The New School for Design, un tiempo. Es una institución que, bueno, tanto
universitarios como no universitarios, diseñadores y no diseñadores… todo el
mundo quisiera conocer instituciones de ese tamaño. Tuviste la oportunidad de
estar ahí un rato. ¿Qué te dejó tu época como universitario? ¿Cómo fue la
experiencia universitaria en Nueva York? ¿Qué te dejaron esos dos años, aunque
la vida ya no te encaminara hacia el diseño?
–Estuve, como dices, dos años, la mitad. Fue
una experiencia padrísima porque Nueva York es un lugar, en primera, fuera de
la universidad, que hay gente de todas partes del mundo, y que todo el tiempo
están transitando. Entonces mis mejores amigos de esa época: una es de Taiwán,
la otra es de Dubái, la otra es española, la otra es colombiana, y la otra es
mexicana. Está muy padre que pude entablar conexiones con gente que, a lo
mejor, jamás me hubiera encontrado porque somos de un origen de país muy
diferente, y que nos encontramos en ese punto. Hasta hoy son amigos muy
cercanos, que quiero muchísimo. Aunque hoy ya estén en sus países y vivimos a
muchísimos kilómetros de distancia, hay una conexión muy grande.
–¿Sigues manteniendo contacto
con ellos?
–Sí, me quedé con muy buenas amistades, y eso
me encantó. Lo otro que me dio el diseño…
–¿Fue diseño gráfico, diseño
de interiores, diseño…?
–Estaba entre diseño de interiores y diseño de
ropa, pero Parsons tiene una filosofía que los primeros dos años es tronco
común, entonces al final nunca me especialicé en nada, ¿sabes? Los primeros dos
años estudias con todo tipo de diseñadores, arquitectos, es la base del diseño;
eso me encantó porque me dejó muchas herramientas que puedo aplicar para todas
las áreas de mi vida, desde yo decorar mi casa hasta saber cómo vestirme, ¿no?
Que eso aplica mucho en mi carrera.
–Por supuesto, el diseño de
imagen es todo.
–Claro, hasta diseñar mi escenografía y tener
muchas ideas; cuando hago los videos me involucro mucho en toda la idea de la
escenografía y del vestuario, de cómo va a ser todo el concepto. Me ayudó mucho
para complementar mi carrera, porque sí hay diseño de vestuario, escenografía,
video.
–Todo. Todo lleva un proceso
de diseño.
–Todo, entonces sí me dio muchas herramientas.
Además, tengo un hobby, que me dedico también para apoyarme económicamente, que
es trabajar en una fábrica donde diseñan abrigos y chamarras. Entonces eso (el
diseño) también me ayuda mucho, me dio bases para eso.
–¡Increíble! Y bueno, tengo
entendido que fue en Berklee School of Music donde, durante un curso de “vocal
training”, según lo que he leído en algunas de tus entrevistas pasadas, donde
te surgieron las ganas de regresarte a México y probarte como artista.
Platícame de ese proceso, ¿te costó trabajo dejar Estados Unidos, dejar todo,
para arriesgarte por un sueño nuevo? ¿Fue fácil, de un día para el otro?
–Lo de Berklee, la verdad, me lo eché más,
perdón por la palabra, pero de desmadre. Unas amigas estaban saliendo de la
escuela y me dijeron: “Jaime, ¡conseguimos una beca! Tienes que pagar, así, nada de lo que costaba. ¡Vámonos a
Boston un mes y medio!”. Duraba como un mes y medio, dos meses, no me acuerdo,
y nos pasamos el verano ahí. A los tres nos gusta mucho cantar, dije “vámonos”.
Costaba súper barato, a comparación de lo que cuesta normalmente, y dije “voy a
aprovechar”. Me fui, pero para mi sorpresa, eso fue un cambio cañón. Tú podías elegir tus materias,
entonces dije “¡ay, ya! ¡Puras de voz!”. Yo quería echar… quería salir, y me la
quería pasar bien, me valía la escuela. Metí todo de voz, y algunos
instrumentos, lo más fácil que pudiera. La verdad es que aprender a tocar
instrumentos me cambió cañón, porque
desde aprender los primeros acordes, sí me puse a componer. Mi primer instinto
fue componer, con tres acordes que aprendí. Entonces eso me movió mucho, y,
simultáneamente, en un verano vine a México y estaba lo de la obra “Hoy no me
puedo levantar”, la iban a sacar. Fui al casting y me eligieron para ser
Colate; yo no me podía regresar porque tenía que acabar la universidad…
– ¿O sea, has hecho teatro? –pregunté impulsivamente.
–No, no hice. Sólo hice la audición.
–Pero te eligieron. El
casting fue con éxito.
–Sí, pero yo no había acabado mi semestre.
Entonces me tuve que regresar (a Nueva York), elegí regresar, y ahí fue cuando me quedé un año más, en Nueva
York.
– ¿Pero ya no estudiando?
–Sí. Antes de regresarme a México, dije “si le
voy a entrar a esto de la música, me voy a preparar bien”, y me metí a una
escuela de “performing arts” un año.
–¿A qué escuela?
–Se llama Lee Strasberg (Theater and Film
Institute). Entonces dije, “antes de echarme todo esto, sí me preparo, voy a
clases de escenario”, o sea,
prepararme un poco más. También ahí preparé un demo. Dije “quiero regresar a
México bien preparado” en cuanto a
estudios, un poquito de artísticos para saber bien qué onda, también de
instrumentos para saber un poquito más, y preparar un demo. Entonces, como ese
año me lo tomé para prepararme para regresar, no me costó trabajo. Ese último
año me enfoqué mucho. Todo lo que hice allá fue preparación para regresar y
darle.
–¿Hubo quién, en un
principio, creyó completamente que lo podías lograr y, por lo contrario,
alguien que te trató de disuadir desde un principio y decir “No, está muy
arriesgado, mejor quédate en Nueva York”? A lo mejor hubo quien te dijo
“¡Lánzate! Yo confío en ti”.
–¡Claro! Mis maestros creían mucho en mí, que
eso me dio mucha fuerza, y luego mi familia empezó a creer mucho en mí, que eso
también me motivó mucho. Cuando llegué a México y me empecé a presentar con las
disqueras, todas me dijeron que no;
que en primera, estaban pasando por un momento muy difícil, en el cual ya no
sacaban artistas nuevos, y en segunda, mi proyecto no es un proyecto más pop,
comercial de México. Digo, sí es pop, pero…
–No tan producido, no hay
tanta ingeniería para lanzarlo a un mercado masivo.
– ¡Exacto! Mis letras sí son un poquito más
intensas y profundas, y la música… lo que me decían, que hasta ahorita ya lo
entiendo pero antes no lo entendía, era que era un pop muy “fino” para México.
Yo no entendía eso, ahorita ya me queda un poco más claro, pero igual, yo fui
muy terco y no me detuve. Entonces ahí fue cuando tuve la oportunidad de
conectar con la primer manager que tuve, por azares del destino, y ella me
llevó a tener la oportunidad de encontrar a un productor padrísimo, que había
hecho gente que admiro muchísimo, como Macy Gray, India Arie…
– ¿Jared Lee (Gosselin)?
–Ajá, entonces dije “lo voy a hacer, me vale
que no tenga disquera, no voy a perder esta oportunidad”, porque a él le gustó mucho y quería trabajar conmigo. Él ahorita
hizo el disco de Beto Cuevas.
– ¿A sí? Yo me quedé en
Corinne Bailey Rae y Macy Gray.
– ¡A mi un día me habló un día, de la nada,
Beto Cuevas! –Me contó con la misma emoción que usaría yo después, para
presumirle al mundo sobre ésta entrevista–.
– ¡Hola Beto Cuevas! –dije al teléfono imaginario que figuraba mi
mano.
–Sí, estuvo muy padre esa experiencia. Pero sí
fui… más que terco, aunque sí soy terco, ellos saben –dijo, señalando a Farid y
a Sonia, mientras sonreían políticamente–, tenía muy claro que si no hacía la
música que me nacía, ¡ya! Prefería dedicarme a otra cosa.
–O sea, defendiste la esencia
de tu música, no dejaste que se corrompiera.
–Si no, ya no me motiva –afirmó
contundentemente.
–¿Cómo
se te empezaron a abrir las puertas en México? Me imagino que no llegaste a EMI
y te aceptaron a la primera.
–No, no, no. Me dijeron que no.
–¿Cómo fue que fuiste a dar a
EMI? ¿Tuviste que tocar muchas puertas? ¿Quién fue el que te abrió la puerta al
final, esa puerta que te lanzó?
–Como no me recibieron las disqueras al
principio, me empecé a mover yo, por mi lado. Te digo que surgió la oportunidad
de Jared (Lee Gosselin). Entonces yo, con todos mis ahorros, hice el disco, e
hice el primer video clip, que es el de “Alguien”. También empecé a hacer varios
shows. Me presenté, cuando todavía estaba el Hard Rock (Café), en El Bataclán,
en el Café 22. En diferentes lugares me empecé a presentar para mover, traer
gente, que me vean y ver qué onda, y no esperé a que me tomen para empezar.
Empecé a hacer por mi parte todo lo que estaba en mis manos. Entonces, también
por la vida, conecté con mi segundo manager, que se llama Marco Bissi. Él fue
presidente de EMI mucho tiempo. Él fue mi manager dos años, lo quiero mucho y
me ayudó mucho, y fue el que me ayudó a hacer el link con EMI; él tenía más conexiones y, además, mi disco ya estaba
hecho, entonces EMI ya no tenía que gastar tanto. Llegamos a ese acuerdo en el
cual ellos invirtieron una parte, yo otra, y así sí se animaron a tomar el
proyecto; en lugar de tomar todo el riesgo ellos.
–¿Hubo algún momento, antes
de que se empezara a materializar tu primer disco, Fotosíntesis, que hayas pensado que era mejor rendirte?
–Antes, no. Más bien me ha pasado después,
varias veces. Pero antes, en ese proceso, cuando yo estaba todo emocionado, al
principio, no. Sí me ha pasado, antes estaba con la disquera y ahora que la
disquera se desintegró, sí he pensado varias veces dejarlo.
–Ok –respondo pensativa, sabiendo que toqué una
fibra sensible en él–. ¿Cuál fue la
primera composición que hiciste en la vida? Quisiera meterme un poquito más en
tu pasado. ¿Cómo surgió? ¿Te acuerdas de la primera composición?
–Sí, te digo que aprendí tres acordes en mi
primer clase de piano, entonces había unos salones ahí (en Berklee) de práctica
y me bajaba horas. Me encantaba, me relajaba muchísimo, y con esos tres acordes
hice la primer canción, que se llama “Mirada ciegamente”. Era de cuando ves a
alguien y te reconoces, no importa si es amigo, pareja, o algo, pero esta gente
que… yo sí creo en las otras vidas, y esa es la gente que reconoces. Hay una
conexión desde que se ven, platicas y dices “ya te conozco, de algún lugar”.
–Esto fue hace poco, en
Berklee…
–Sí, hace cinco o seis años.
–¿Y cómo compones hoy en día?
¿Te surge una melodía o una letra y de ahí lo vas armando, o te sientas a
trabajar a una hora determinada del día, como lo hacía Woody Allen, y de ahí
empiezas a jugar con ideas?
–No, mi proceso es más orgánico. Como que, me
van surgiendo. A veces primero llega la letra, o un concepto de una letra, y
luego una melodía. Siempre me tengo que tomar un tiempo para sentarme y
concretar la canción, pero tengo siempre mi celular, y si me llega una melodía
o letra, las apunto. Cuando tengo un tiempo me siento y solamente la armo.
Permito que me lleguen ideas, las voy apuntando para que no se me olviden, y
después surge la canción. A veces son acordes, si un acorde me inspira a hacer
una canción; cada canción es diferente.
–Dentro del material que
lanzaste en Fotosíntesis se escuchan
matices de varios géneros musicales. ¿Fue intencional o surgió con cada
canción? Una se escucha más R&B, otra un poquito más pop, otra se escucha
completamente folksy. Esa mezcla de
géneros salió de ti o fue algo más planeado?
–Yo quería hacer un disco dinámico. Me gustan
mucho los artistas que tienen su sello, por ejemplo Madonna, pero que cambia de
disco y cambia de concepto, y sigue siendo ella. Me aburren un poco los discos
muy monótonos, que a la quinta canción dices “¡qué hueva! Esto suena igual”. Nos
sentamos con el productor y dijimos que para éste disco y concepto no queríamos
que sucediera. Sí que tenga una esencia, que una todo.
–Una esencia “Jaime Kohen”,
pero con matices distintos.
–Ajá, porque creo que pasamos por momentos muy
diferentes en la vida, y está padre que te guste una canción para un momento y
otra canción para otro. ¿No?
–En este álbum te apoyaste de
Jared Lee Gosselin, un productor con todo el soul de Detroit. ¿Cómo fue
trabajar con él? ¿Qué te llevaste de esa experiencia?
–Al principio fue…
¡Se me olvidó poner mi teléfono en silencio y
sonó! Tomo la llamada y es el chofer: lleva 25 minutos sin encontrar lugar para
parar el coche. La poquísima disponibilidad de espacios para estacionarse es la
maldición de esta colonia tan bonita. Ni modo, que él se las arregle. Le mandé
la bendición en mi mente, que ojalá Dios se apiadara de él y le presentara un
lugarcito milagroso. Jaime se tomó la oportunidad, mientras tanto, de
comentarles a Sonia y a Farid de un documental que le encantó, Searching for Sugar Man (2012). También
me platica con emoción, y se me figura a un niño jugando a los piratas y
presumiendo su tesoro. La forma tierna en la que se iluminan sus ojos al
contarnos contrasta drásticamente con el púrpura de sus ojeras.
Volviendo al tema…
–Al principio fue un poco difícil porque Jared
Lee está acostumbrado a hacer discos “de antro”. Yo me agarré mucho de India
Arie y Macy Gray y le dije “quiero esto”.
Él en ese momento estaba haciendo cosas con las Pussycat Dolls y no se qué,
muy de antro. Entonces fue al principio un proceso de platicar mucho y escuchar
sonidos para hacer un equilibrio. Fotosíntesis se grabó casi todo en vivo, pero
si tiene elementos programados. Para mí, fue un poquito difícil al principio
abrirme a lo programado, porque yo quería que todo fuera en vivo, y para él fue
difícil mi concepto más orgánico. Me encantó la mezcla de las dos; al final él
me enseñaba algo programado diciéndome “te
lo voy a quitar para que escuches”, y cuando lo quitaba, ya no me gustaba
tanto. Aprendí que no importa si hay cosas programadas, más que nada lo que
importa es la mezcla de los conceptos. Fue un proceso muy intenso. Fui a Los
Ángeles, y fue un mes y medio de estar en el estudio; me paraba, hacía
ejercicio, y me iba al estudio desde las diez de la mañana hasta la una de la
mañana. Era convivir intensamente y platicar de muchas cosas, se volvió mi
amigo.
–Algunos de tus temas están
en inglés y en español. ¿Qué intención hubo detrás de sacar material en los dos
idiomas?
–Bueno, empecé a cantar en Nueva York y a
componer simultáneamente en inglés y español. Me daban ganas de mover un
mensaje, a través de mi música lo que más quiero es mover un mensaje. Creo que
en inglés le llega a más personas. Por supuesto que estoy en México, y la
mayoría del disco está en español, pero sí metí una canción en inglés, y a
veces lo que hago es que hago la versión en inglés y en español. Eso es algo
que en el segundo disco quiero seguir haciendo, en una o dos canciones. Sí me
funciona, la verdad, porque de pronto me salen, aunque sean poquitos, fans en
Israel o en Estados Unidos, el otro día me escribió alguien de Asia. Va
llegando a personas, aunque sean poquitas, y sí es diferente que entiendan el
mensaje a que lo escuchen solamente en español y, aunque sí les guste la
música, no entiendan.
–¿Te sientes diferente al
cantar en inglés? Hay veces que la sensación es distinta cantando en inglés que
cantando en español.
–Al principio sí me sentía muy diferente, pero
como ha pasado el tiempo, siento que ya me gustan las dos. En inglés, como no
se pronuncian las vocales tan marcado
como en español, la melodía puede fluir muy diferente. Me gusta más, a veces,
componer en inglés, se me hace más fácil. Pero me gusta en las dos, mucho.
–Con todos los cambios que
hubo en tu relación con EMI… EMI ha sufrido muchos cambios en sí, y por lo
tanto también los involucrados tuvieron muchos cambios en su relación. Ahora
sí, dirían que se te cerró una puerta, pero se te abrió una gran ventana, en la
que te adaptas a un nuevo modelo de negocio, eliminando a la editora y a la
productora de la ecuación. Ahora lanzas tu nuevo material, de Contraluz Vol.1, directamente a través
de iTunes. Para mí, será un camino que más y más artistas tendrán que tomar con
el tiempo, porque se han vuelto más exigentes y menos abiertas las disqueras a
tomar riesgos. Aunque llevas poco tiempo así, ¿cómo te ha funcionado? ¿Cuáles
han sido algunas ventajas y desventajas de ser un artista mucho más
independiente?
–Bueno, la ventaja es que me siento mucho más
en control del proyecto, entre mi equipo y yo podemos tomar muchas decisiones
sin depender de nadie. Como dice la palabra independiente,
me encanta sentirme libre de no depender, de tomar decisiones artísticas y
de la carrera sin estar rindiendo cuentas ni esperando a que te digan si sí o
si no. Esa parte es muy rica, ¿no? A mí la libertad y la independencia me
fascinan. La parte difícil es que toda la inversión cae sobre ti, tienes que
conseguir la lana y es mucho dinero
para todo. A fin de cuentas hay más presión, porque si la disquera puso dinero
y al final no lo sacó, es su problema. Ellos te apoyan y se hacen responsables
de la inversión, y tú te encargas más de la parte artística. Entonces, me he
tenido que convertir en un buisinessman, hacerme
más responsable y tener que elaborar un plan de trabajo, cosas que a lo mejor
no son tanto mi área; pero está padre también, aprender de todo y hacerte
responsable de esa parte.
–Tengo entendido que vas a
lanzar dos volúmenes de Contraluz, a
lo largo del 2013 y el 2014. ¿Cuál va a ser el hilo conductor entre ambos
volúmenes? ¿Cuál será la relación entre Contraluz
Vol.1 y Contraluz Vol.2?
Jaime Kohen |
–Ambos volúmenes hablan específicamente de lo
que vivimos en común en la relación de pareja; de todos los tipos de emociones,
desde antes de que conoces a alguien y estás solo, desde que conoces a alguien
y te emocionas pero no sabes cómo acercarte, hasta que ya estás enamorado, que
empiezan unos problemas… luego cortas y ves a la persona con otra persona y te
traumas. Viene como todo tipo de momentos, y eso va a ser un hilo, la temática:
la relación de pareja. El segundo hilo es que los dos volúmenes tienen una
influencia “retro”, desde los años cuarenta o cincuenta hasta los setenta. A mí
esa época me fascina, y quiero que todo esto sea en vivo, no hay nada
programado. Es como evolucionar de Fotosíntesis
a Contraluz. También habrá un
hilo en la parte de arte, en ambos hay un elemento: el elemento de este volumen
es un paraguas. El paraguas es querer estar siempre protegido y que nada te
toque, y la ropa que voy a usar en los shows será cerrada, con moñito. En el
otro volumen, la imagen será como mucho más abierta, que es cuando ya te
liberas.
– ¡Está padre! Es un concepto
muy completo. ¿Has pensado en hacer algún video musical para Contraluz?
–Sí, vamos a hacer dos. Van a ser dos
canciones: una se llama “Millonario”, que se va a lanzar en abril, y va a tener
video, es a la que más le vamos a meter. La segunda se llama “Quiero saber”,
esa también ya tiene video. De “Domingo”, que fue la primera canción que
sacamos a iTunes, hicimos uno (video) más casero. Es de un show que hice en
Voilá, está en vivo. Es muy simple, literalmente como si un fan hubiera filmado
el show. Pero está lindo, ¿no? Que la gente también me vea en vivo.
–Que sepan a qué se atienen
cuando van a un show tuyo, como lo hizo… ¡Ay! ¿Cómo se llama? –Lo tengo en la punta de la lengua, un chavo
joven, de Hawái, no me acuerdo, que vergüenza. Por favor acuérdate, Michelle–. ¡Bruno Mars! Con su último video dijo
“Quiero un video en vivo para que vean lo que es mi show”.
– ¡Claro!
–Eres un artista al que le
gusta tener sus fans cerca, eso es algo que por lo general no se ve. No es lo
mismo que una Lady Gaga, que quiere tener a sus 5 millones de fans cerca, pero
no tiene manera.
– ¡No se puede! – me dice entre risas. ¡Que no
me sonría, porque me distraigo!
– ¿Qué papel juegan tus fans
en tu carrera?
–Son lo más importante porque sin ellos no
existe la carrera. Sin ellos no existe hacer shows y que vengan, no se mueve la
carrera, no existiría. Son muy
importantes. La verdad es que en toda la parte difícil y negativa de la
industria y de mi experiencia en la música, cuando veo a mis fans, leo lo que
escriben y veo como les llega la música, los detalles que hacen, es lo que me
vuelve a motivar. Es lo que me hace decir “sí funciona mi intención, sí llega
la música al corazón de la gente”. Eso me mueve mucho.
– ¿Y
alguna vez te imaginaste que tendrías fans chiquititos, niños, y que tendrías
fans más grandes, señores y señoras?
–No me lo imaginaba pero trato de hacer la
música de una forma muy universal, que pueda llegar a todo tipo de gente. Creo
que a consecuencia de eso, y de tratar de hacerla fresca y accesible a todo
tipo de público, sí me llegan muchos tipos de público diferente: niños,
señoras, señores, chavitas, gente de todo tipo.
–Tú mensaje, al final del
día, sí está llegando a un grupo amplio. Es algo a lo que te puedes conectar,
estés chiquito, grande, seas de dónde seas. ¿Qué sorpresas nos tienes, para el
resto del año?
– ¡Uy! Hay muchas sorpresas, muchas planeadas,
y muchas que van surgiendo en el camino. Lo que más, más me emociona, y que
estamos luchando mucho para hacer, es llegar a toda la república con mi show
propio. Hemos ido varias veces, pero de promoción, y no es lo mismo que ir con
un show propio. Lo que más emociona es la gira de Contraluz Vol.1, con el concepto del paraguas y todo lo que te
digo. Todo está muy bien definido y concretado.
–Dicen que el citadino, las
personas de grandes metrópolis como el D.F., son menos sensibles, menos
perceptivos, que quien es de “provincia”, por decirlo de alguna manera. ¿Ha
sido distinta la reacción a tu música de personas en provincia a las que están
en grandes ciudades?
–La verdad ha sido muy buena, en ambas. Lo que
yo siento que pasa aquí, en el D.F., es que como hay tanta gente y tantas
cosas, como que es muy específico quién te sigue y quién no te sigue. Lo que
veo en provincia es que la gente está más abierta a recibir las cosas. Se abren
más a la experiencia, como no tienen tanto movimiento y tantas opciones como
acá, los veo más abiertos a recibir, y valoran más las cosas.
–Todo artista tiene que hacer
sacrificios para su carrera. Quisiera preguntarte, ¿cuáles son los mayores
sacrificios que has tenido que hacer, en pro de tu carrera y tu música?
–Un sacrificio es en la parte económica, en vez
de, a lo mejor, irme a un viaje, meter en otro negocio o comprar un
departamento, lo he metido todo a mi carrera, y más ahorita que estoy
independiente. Es un sacrificio económico que vale mucho la pena, pero a veces
pienso, ya que metí dinero, “hubiera comprado un departamento” o “me hubiera
ido unos meses a la India”. Ahorita que estoy en el momento de seguir
construyendo, vale toda la pena. El segundo sacrificio es no tener una rutina,
que a veces sí me gusta. Tener mi ejercicio todos los días o irme a meter a una
clase, a veces no me puedo comprometer con clases porque de pronto tengo un mes
en que no tengo nada que hacer y otro en que no puedo hacer nada. El otro
(sacrificio) es a veces tener que dejar de ir a cosas o eventos de familia
porque tengo trabajo, pero creo que eso nos pasa a todos los que trabajamos.
–A todos, pero en sí, creo
que hay cierta pasión que tiene que tener un artista para salir adelante. El
público no lo ve, pero hay mucho sacrificio detrás.
–Sí, la verdad es que sí lo hay.
–Si no hubieras regresado a
México cuando lo hiciste, ¿crees que la vida te hubiera reencaminado a la
música?
–Mmmm… no sé –respondió pensativamente–. Creo
que hay muchas opciones donde me pudo haber llevado la vida, no estoy seguro.
Creo que la música es una lección muy cañona
para mí, a un nivel muy interno y espiritual, porque sí me ha ayudado muchísimo
a manejar como la parte de mi “ego”, y la parte del amor, y todo el tiempo
elegir entre esta dualidad y encontrar un balance. Más que nada en la parte de
experiencia y aprendizaje interno, más para mí, creo que fue perfecto el
proceso. Lo veo como algo de una etapa de mi vida, que me encanta y estoy
disfrutando mucho. Sólo que, cuando quiera tener familia, y tenga familia, no
me gustaría ya dedicarme a la música. Quisiera algo un poco más estable, con
esta parte de rutina que te digo, para yo estar tranquilo y poder hacer ese
proyecto de vida, que es hacer una familia, y hacerlo bien. No sé a dónde me
lleve la vida.
–Y, bueno, ¿qué consejo le
tienes a los artistas que apenas van arrancando, sean músicos, sean actores?
–Que este tipo de profesión se llaman carreras justamente porque no suceden de
un día a otro. Aunque a veces sí, si eres seas Justin Beiber o alguien así, sí
es rápido. Pero si tú ves las historias de la gente que admiras, te puedes dar
cuenta que son carreras que toman tiempo. Por ejemplo, Shakira sacó muchísimos
discos, desde niñita empezó. Necesitas mucha paciencia, mucha perseverancia,
mucha fe en ti. Lo que sí les recomendaría es que si tengan muy clara su intención, ¿por qué están
eligiendo hacer eso? Se vale decir “porque quiero ser famoso”, o “porque quiero
sanar gente”, o por lo que quieras. Mi segundo consejo es que siempre se rodeen
de la mejor gente, con el mejor equipo de trabajo, y para mí, el mejor equipo
de trabajo es el que cree en ti. Ese es el mejor equipo que puedes tener, la
gente que te dice que sí lo puedes lograr. El tercer consejo es que no se
esperen a que algo suceda para empezar, que empiecen con lo que puedan, aunque
sea una obra en la que lleguen cinco personas, un conciertito de veinte. Que no
esperen a que un manager o una disquera los encuentre, que se muevan haciendo
un demo, un show, moviendo la energía. Solita la vida los irá guiando y van a
empezar a suceder cosas. Hay un ejemplo que me gusta mucho, que es Sarah
Jessica Parker. Sí le iba bien, hacia obras y películas, pero no era tan
famosa. Ella se hizo famosa con Sex and the City.
–Años
después…
–Años,
y eso ella lo hizo. Ella no esperó a que alguien la contrate, ella se puso a
buscar el mejor guionista, las mejores actrices para que salgan con ella, el
concepto, todo. Ella es la productora, ella se puso a actuar, y ella logró algo
increíble por ella misma. Me encanta
que no se esperó. Muchas veces sí surgen oportunidades pero tienes que hacer
cosas que están en tus manos y moverte.
–La última pregunta, ya para
concluir: ¿Qué sigue para Jaime Kohen? ¿Qué meta te gustaría lograr en los
próximos años?
–Ahorita, lo que más quiero, primero este año,
es sacar Contraluz Vol.1, que la
gente lo reciba bien. Lo que más me importa es hacer una gira muy completa por
la toda república, y si puedo, también fuera de México, y poder complacer a la
gente que me ha seguido durante tanto tiempo, poder darles un show propio.
También mi meta mayor este año, por ser independiente, es ver si puedo hacer un
negocio de esto o no, porque si no puedo hacer un negocio entonces seguiría
haciendo música pero a otro nivel. Tengo que combinar la parte creativa con la
parte de negocios, porque si no… pues no se puede.
Me da mucho gusto que abran lugares de cupcackes en la condesa ya que es un lugar muy agradable para pasar el rato con amigos o familia.
ResponderBorrarDaniela Abbud
esta interesante y divertida
ResponderBorrarluisaleon
Muy interesante la entrevista, me gusto que se contara todo desde como se llego al lugar; y también como contesto el entrevistado. Fue una entrevista muy completa.
ResponderBorrarMe encanto que el reportaje empieza en un lenguaje informal en el cual la reportera cuenta su experiencia para llegar a la entrevista.
ResponderBorrarMe gusta como se van desarollando las preguntas a lo largo de esta
Jaqueline Resnik
ResponderBorrarMuy interesante la entrevista, me gusto que se contara todo desde como se llego al lugar; y también como contesto el entrevistado. Fue una entrevista muy completa.
Stephanie Guerrero
Me gusta mucho el lenguaje empleado en la entrevista. Me pareció muy fresco y descriptivo, haciendo que el lector se imagine la situación y quiera seguir leyendo.
ResponderBorrarMuy buen trabajo.
Cecy Amkie
Esta entrevista me pareció muy importante por que demuestra como si quieres algo en la vida, lo puedes lograr. Solo que no te puedes dar por vencido tan fácil, como en este caso a Jaime se le cerraron muchas puertas al principio pero siguió, lucho y logró sacar su disco.
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