MUSEO SOUMAYA: SI EL PENSADOR DE RODIN DESPERTARA DEL SUEÑO ESCULPIDO, EXIGIRÍA UN POQUITO DE RESPETO.
Por J.I.BCK
Llegué a la infraestructura de la plaza Carso a las cuatro y media de la tarde, donde esperaría veinticinco minutos de reloj. Hacía calor, pero eso no impedía el viento húmedo con tierra, de una pequeña obra o chapucería de ahí al lado, que se embarraba de tierra y polvo en mi cara.
Después de masticar tierra al fin podía visualizar unas esculturas, como El rapto de los hijos de Lacoonte de Miguel Ángel, donde había permanecido con la boca abierta, incrédula de ver a lo largo de mis estudios de arte, la personificación en bronce de una de sus esculturas más famosas. ¡El arte ya no era simplemente historia!, ¡era real!.
Subí las escaleras, tropezando casi con el bulto gigantesco en bronce de la obra La piedad del mismo autor. La primera sala, fue un fallido intento de recaudar la historia en hojalata, con cucharas de plata, monedas, vírgenes pintadas, no más erróneo que exponer unas latitas bomboneras de Sanborns, entre otras chatarras del Museo del Objeto. ¿Cuál era la ubicación de esos cachivaches en el contexto del museo?. El retrato de Porfirio Díaz por el contrario me tuvo entretenida con su tupido bigote blanco, que crecía cuanto más lo veía.
Antes de entrar a la sala de los maestros europeos, al lado del piano que había pertenecido a una princesa otomana, estaban majestuosamente colocados dos modelos de Óscar de la Renta, cubierto de plumas de faisán y lentejuelas, al lado de un vestido largo del excéntrico diseñador Alexander McQueen, según las historietas estaban comparando la similitud o la inspiración con dos atuendos de la moda de los felices años 20. ¿Por qué no compararon la moda vigente de los felices años veinte en México respecto a otro país?
Con la incertidumbre de sí la sala que tanto esperaba sería tan mediocre como las anteriores, ascendía el largo e interminable pasillo hasta encontrarme la más nefasta organización de un museo, donde debería haber cautela y respeto por los fallecidos pintores que nos dejaron grandes obras maestras. Aparte de mezclar los diferentes períodos plásticos, como vinagre y aceite, había vagas explicaciones.
La ignorancia y el vacío, en ocasiones parecía apaciguarse con la nueva originalidad, plasmada en la pared, por frases célebres de la historia del arte sacadas del wikiquote, alguno que otro con cierto aire de intelectual europeo sacaba una libretita recién estrenada y copiaba las frases de la pared, un bohemio o un ridículo coleccionista de nada, de tonterías y apariencia del saber. Es un museo en definitiva, para cultivar la confusión.
Recomendado para quienes quieran hacer una visita cultural sin sentido común, ni del tiempo, para estructurarse en el conocimiento. Pues no se sabe por dónde comienza el principio y termina el final. Como hablar de arte en México no es un tema delicado, al menos por el momento, esperaré de esta revuelta de palabrería, que mi opinión sirva para reestructurar la mala organización histórica de las artes plásticas en el esperadísimo museo.
El director de arte ha afirmado que esto se debe a despertar el raciocinio del espectador. ¿Desde que fecha y bajo que doctrina el espectador debe enseñar a un director de arte? A nadie le gustan las críticas y menos a un supuesto perito en el tema. No digamos la popularidad y publicidad, con ``grandes obras´´, puros bocetillos, obras menores, las “señoras pinturas”, dos o tres.
El arte se revela contra el director del Museo Soumaya, pide a gritos su jubilación. ¿O somos tan ignorantes y conformistas que pueden tomarnos el pelo con cualquier cosita?, Un regalito para las gentes. Como dicen allá por mi pueblo, ¡ a caballo regalado no le mires el diente!.
J.I.BCK
Muy cierto, cuando fui lo primero que note fue el desorden y cuando investigue el director del museo solo se justifica diciendo que es un puente de comunicación entre el arte occidental y el mexicano.
ResponderBorrarPero hay obras deslumbrantes que se merecen más respeto y orden