Por: Luisa Rivera
Muchas veces cuando hablamos o pensamos en el tema del narcotráfico y toda la violencia que involucra este movimiento, lo primero que se nos viene a la mente es “miedo”. Nunca faltan los comentarios más comunes como “los narcos solo se meten entre ellos”, o “si no te metes con ellos no te va a pasar nada”. Pero mucha gente no tiene una idea de las mentiras en las que están viviendo, porque tienen la fortuna de vivir en un lugar seguro o simplemente cuentan con los recursos para estar protegidos.
Martha Gonzales ha vivido toda su larga vida en Ciudad Juárez, Chihuahua. La tierra conocida como la casa de Juan Gabriel, la ciudad del desierto, el lugar donde se inventaron las margaritas, en pocas palabras la frontera más fabulosa y bella del mundo. Así se conocía Juárez hasta que un enorme mal llego a destruir este lugar.
–Toda mi vida he vivido en este lugar, por mucho tiempo tuve a toda mi familia unida en esta misma ciudad. Pero ya sabemos que las personas cambian y se aburren de estar siempre en el mismo lugar, pero en el caso de mis dos hijas les llego una mejor oportunidad de vida a una en la Ciudad de México y a la mayor en Estado Unidos, sólo me quedaban los hombres y sus familias–.
En 2008 el Cártel de Sinaloa, la organización más fuerte del país, comandada por Joaquín El Chapo Guzmán, le declaró la guerra al Cártel de Juárez para hacerse dueño de toda esa zona. El gobierno federal movilizó al Ejército para acabar con la violencia, pero en lugar de eso la tasa de homicidios de Chihuahua se disparó. El baño de sangre en que estaba sumergida Ciudad Juárez llegó a los titulares internacionales. Desde entonces se le apodó “la ciudad más peligrosa del mundo”.
Se derramaba tanta sangre en Ciudad Juárez que pocos fuera de la región se dieron cuenta de que la violencia se estaba esparciendo al valle rural del este, donde los asesinatos y las atrocidades comenzaron a ser algo que se vivía día con día. Los policías, los políticos y los activistas eran masacrados en plena calle. En 2009 el Valle de Juárez, con una población de 20 mil habitantes, tenía una aterradora tasa de homicidios de mil 600 por cada 100 mil habitantes. En 2010, durante una racha particularmente violenta, un buen número de residentes de la cuidad fueron apuñalados con picahielos, y un sujeto que estaba alineado con el Cártel de Juárez fue empalado con una barra de acero, balaceado y rostizado.
–Fue una época en la que Juárez era una cuidad fantasma, todos vivíamos con miedo y no solo durante la noche, también a plena luz del día sucedía todo tipo de matanzas, bombas y muchas cosas más. Los que tuvieron oportunidad de salir no lo pensaron dos veces, sabíamos que las cosas se podían poner peor, nadie estaba seguro en este lugar. Yo cometí el error de no tomarle la palabra a alguna de miss hijas de irnos nosotros y sus hermanos con ellas, nos tardamos mucho–.
El 4 de octubre del 2011 Emilio Elías, hijo de Martha murió gracias a este demonio al cual hoy en día la sociedad lo considera como una cultura, la narco cultura. El fue uno más de los miles de casos que se vivieron en diferentes familias de Juárez. Es por tragedias así que los juarenses le gritan a la sociedad que están equivocados. El narco no solo esta en guerra con otros grupos de narcos, este movimiento es capas de hacer cualquier cosa por conseguir lo que quieren, sin importar cuantas vidas inocentes se lleven en el camino.
Foto: 591 blog
A las personas no les importaba que el gobierno mandara vigilancia militar, federal o estatal, no se sentían seguros, solo los habitantes de Juárez sabían lo que en verdad ocurría en su ciudad. Después de cuatro años de terror y persecuciones, muchas de ellas provocadas por las mismas autoridades, ya nadie podía confiar en nadie; ya no podían sentirse seguros en ningún lado. La versión que todo México y hasta otros lugares del mundo escucho fue que el gobierno mando al Ejército para “proteger a la población” y “acabar con los cárteles”, pero la gente cuenta otra historia. Aseguran que los soldados, junto con el Cártel de Sinaloa, fueron los responsables de la mayor parte de la violencia.
–La tragedia que mi familia vivió es el claro ejemplo de que el ejército estaba tan involucrado con los narcos el cual ver por nuestra seguridad no era opción para ellos–. Emilio fue secuestrado días antes de su muerte, el vivía con su esposa e hija en un fraccionamiento, se supone que para entrar a un fraccionamiento tienes que pasar por un vigilante y el preguntarte si esa persona tiene o no autorización para entrar. –Esa mañana mi hijo escucho el timbre muy temprano, mi nuera y nieta seguían dormidas entonces el bajo en pijama a ver quien era a esas horas de la mañana. En la puerta de su casa tenían una reja negra que pusieron justo por todo ese asunto de la delincuencia. Se asomó por una ventana que estaba cerca de la puerta y vio a dos militares parados tras su puerta–.
Emilio Elías fue secuestrado dentro de su propia casa por un par de militares los cuales lograron que les abrieran la puerta poniendo el pretexto de necesitar información por seguridad. Después de tres días de secuestro lo dejaron libre, tirado y golpeado en la calle, después de que la familia pagó una gran cantidad de dinero y les dieron una camioneta con especificaciones de los secuestradores. –Creímos que después de ver a mi adorado hijo de nuevo con nosotros todo estaría mejor, nunca nos imaginamos que la vida nos cambiaría de golpe–. Martha nos seguía contando su tragedia mientras en sus manos tenia una foto de su hijo Emilio, le pasaba los dedos como se le estuviera acariciando la mejilla. Constantemente volteaba al techo y decía –que bueno que ya no están en este mundo tan horrible me chiquito, estas cuidándonos en un lugar hermoso, junto a mis papas y nuestro Señor–.
En la habitación de un hotel, mientras huía de sus antiguos jefes, el periodista Charles Bowden les hizo una entrevista a unos de los muchos sicarios, este era el asesino de más de 250 personas. Esa mañana mientras el reportero tomaba café e intentaba organizar las preguntas para el entrevistado, un reportero de nota roja fue ejecutado en Ciudad Juárez frente a su hija de ocho años; estaban sentados en el coche, calentando el motor. A la hora de la entrevista el sicario dijo algo que Charles relacionó con el crimen apenas ocurrido. –Me gustan las cosas bien hechas–, –los buenos asesinos dibujan un patrón muy preciso sobre la puerta del conductor. No rocían balas por todo el coche, no, trazan un dibujo que va de la puerta al pecho de la víctima–. El reportero recién asesinado recibió una secuencia de 10 balas de 9 mm. A su hija ni la rozaron.
Como estos dos casos hubo miles en Ciudad Juárez, estés o no involucrado con el narco corres riesgo de que algo pase simplemente porque ellos están dispuestos a lo que sea por tomar tu pueblo o ciudad. Emilio Elías no era el hombre más rico y tampoco estaba en malos pasos, tenia una florería y con eso mantenía a su familia. Un 4 de octubre del 2011 lo mataron en su propio negocio, dándole tres tiros, en la cabeza, abdomen y corazón. Desangrado, solo y en su propia florería murió tres días después de que sus secuestradores lo dejaron “libre”. –Este no es el Juárez donde yo crecí–.
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