Por: Sofía D. Pineda
Practicum 2
Practicum 2
México, un lugar que sobresale del mapa por su gran riqueza cultural,
con tradiciones y costumbres arraigadas entre las venas de todo mexicano; un
lugar de excesos en donde por sobrepoblación nos ubicamos entre los once
primeros lugares con mayor número de habitantes en el mundo y un lugar que ve
crecer a diversas personas que día con día buscan superarse en este mundo que
cambia constantemente, los estudiantes.
A partir de datos de la SEP (Secretaría de Educación Pública) somos más
de cinco millones de estudiantes en el país, de esta cantidad aquellos que
siempre estamos en la mira al momento de generar Opinión Pública somos un 5% de
jóvenes que cursamos la Educación Superior y Media Superior.
Nuestro estrato estudiantil es un limbo en donde la toma de decisiones
envuelve la mente día con día; estar a un paso de la vida laboral y buscar el
rumbo que deseamos seguir es un reto que pocos logramos superar. Ser estudiante
en México nos enseña que debemos aprender de nuestra historia para no
repetirla, pero eso no ha sido el caso entre el movimiento del 68 y ahora cinco
décadas después donde de nuevo aparecen entre las líneas de nuestra historia
los movimientos estudiantiles.
Marchas pacíficas que exigen apoyo del gobierno mexicano para con los
estudiantes en nuestro país se tornan en campos de batalla. Sangre, miedo,
desolación y tristeza, son algunas de las características que dos generaciones
separadas por años más no por acciones, tienen que vivir al momento de unirse y
levantar sus voces sobre injusticias que ya no pueden callar.
El movimiento del 68 nunca se olvida, ni olvidará, aquel 2 de octubre
bajo el mandato gubernamental de Gustavo Díaz Ordáz, cientos de jóvenes estudiantes
de las máximas casas de estudios de nuestro país (UNAM e IPN) reunidos en la
plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, fueron asesinados por un grupo de
choque conocido como “Batallón Olimpia”, quienes a partir de datos históricos
fueron enviados por el propio gobierno para acallantar las voces de nuestros
compañeros universitarios.
Una escena de horror fue lo vivido en Tlatelolco y lugares aledaños, por
exigencias a ejercer la democracia y a la plena vida estudiantil cientos de
personas, que hasta el momento se desconoce la cifra exacta, murieron, el
propio hombre es el lobo del hombre
diría Thomas Hobbes, se vivió una injustica por lo que cada año llevamos este
hecho en nuestra memoria colectiva.
Ahora, sin irnos tantos años atrás, otro suceso que debemos destacar
como parteaguas histórico es la desaparición de 43 normalistas de Ayotzinapa en
el 2014, hasta el momento se desconoce su paradero, pero sobresale de este
suceso la muerte de 6 personas. Todo ocurrió cuando tras varias semanas en las
que los jóvenes normalistas secuestraron autobuses para marchar en la capital
como honor al 2 de Octubre, fueron capturados en el municipio de Iguala por
fuerzas armadas.
Las marchas en honor a su búsqueda no cesan alrededor del país y sin
duda es otro hecho histórico que no podemos olvidar cada 26 de septiembre
porque involucra otra lucha constante entre estudiantes y gobierno.
Ahora, en pleno 2018 los casos de violencia dentro y en lugares aledaños
a aulas educativas aumentan; el nivel de robo, secuestro y feminicidios
sobresalen en cada nota periodística y algunos casos que están bajo la mira
pública se ubican en la máxima casa de estudios de México, la UNAM, el lugar
soñado por muchos gracias al nivel educativo pero que entre sus entrañas lleva
a un grupo de choque que afecta su imagen y a la protección del estudiante, los
muy conocidos porros.
El pasado 3 de septiembre ocurrió una marcha pacífica por miles de
estudiantes dentro de Ciudad Universitaria, entre sus inquietudes se encontraba
el apoyo para el cambio administrativo de CCH Azcapotzalco por diversos
problemas económicos y educativos dentro del plantel, así como se exigía apoyo
para proteger a los estudiantes ya que a últimas fechas ocurrió un caso de
feminicidio fuera del CCH Oriente.
Durante esta marcha se hicieron presentes 18 jóvenes porros quienes
atacaron a los estudiantes con bombas molotov o acuchillando a algunos, sobre
esto último se ubica que dos jóvenes de la Facultad de Letras y del CCH
Azcapotzalco terminaron heridos de gravedad y lo máximo que hicieron las
autoridades fue expulsar a algunos porros.
“Mi espíritu de lucha hablará por la raza desaparecida”, una frase que
resuena en esta marcha, responde a una voz de estudiantes que no pretenden
seguir aceptando injusticias y sometiéndose a estos grupos de choque que no
dejan llevar una vida tranquila dentro de sus planteles, no quieren seguir en
constante lucha contra el gobierno pero que sí quieren avanzar peldaños dentro
del campo de estudio.
Ser estudiante en México, sin diferenciar el plantel en el que estemos,
es un reto, un reto que pocos podemos terminar pero que muchos valoramos tener.
Sin duda la protección al estudiante debe ser un tema básico para nuestro
gobierno porque no podemos seguir igual.
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