“Que cómo llegué, pues esa fue una casualidad” - Revista Coma

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jueves, febrero 23, 2017

“Que cómo llegué, pues esa fue una casualidad”


Por Eduardo Romero Torres
Alumno de Prácticum I

Secretaria de la Coordinación de la Escuela de Arquitectura, amiga de muchos y auxiliadora de todos, de las 7 de la mañana a las 3 de la tarde se dedica a apoyar a profesores y alumnos en cuestiones académicas, administrativas y de información.   

Marthita laborando en su espacio de trabajo. Foto: Eduardo Romero
Martha López Rivas es una excelente secretaria que constituye un elemento clave para el funcionamiento de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Anáhuac México Norte. A lo largo de sus 30 años ininterrumpidos de trabajo ella recuerda con gran alegría y comicidad la manera en la cual obtuvo su tan querido puesto de trabajo.

“Marthita”, como todos la llaman, es una persona de pequeña altura, su cara es redonda y su tez es morena. A sus 55 años luce un cuerpo esbelto y lleno de vitalidad. Y, entre gestos pícaros y risas, aclara que nadie esperaba su llegada…

¡Nadie!... Llegué aquí buscando a una persona y casualmente me presenté en el Departamento de Recursos Humanos y me preguntaron: “¿Usted viene a hacer examen para tal puesto?” Y yo contesté que sí, entonces me pasaron con el Director de Recursos Humanos, me hicieron exámenes y todavía me dijeron: “Oye ¿no puedes regresar en la tarde para que te entreviste?” Entonces, me dieron un boleto para ir a comer a la cafetería, regresé a la entrevista y al otro día me presenté a trabajar. Así entré.



Por algo tengo tantos años aquí

Martita se nota tranquila, se nota fresca. Sus ojos reflejan cierto tono travieso, propio de aquellas personas que no han dejado de lado a su niño interior. Recuerda su trayectoria, recuerda su vida, recuerda cómo llegó, le pregunto:

─ ¿Cómo podrías definir tu experiencia laboral a lo largo de todos estos años en la Universidad Anáhuac? ¿Ha sido buena, ha sido mala?

Martha libera una risita, suspira y contesta: “No, o sea, por algo tengo tantos años aquí, ¿no?, o sea ha sido muy buena. Me encanta crear relaciones con los alumnos, me encanta… o sea, es vida, aquí es vida ¡Por eso estoy aquí!” exclama alegremente y se ríe.


Musofobia

Los minutos pasan y muchos alumnos han venido a pedir informes a Martita, ante la inactividad, súbitamente su pc se apaga, curioseo:

─ ¿Recuerdas alguna anécdota terrorífica que te haya sucedido en tu trabajo?

Suspira, se limpia la frente, suelta un aliviador “ufff” y se ríe. “De terror… pues no sé, solamente una vez que entré de madrugada, no sé si lo tenga que decir pero, per… (se ríe, no termina lo que iba a decir, ella misma se burla de sí misma) grité como loca porque le tengo fobia a los ratones y me encontré uno sobre mi escritorio”. Se ríe con fuerza y dice: “Eso para mí fue de terror”.


Las cosas se fueron dando

Después de pensar y reflexionar un poco, Marthita se acomoda en su mullida silla azul de oficina, nos cuenta que no solo se limita al trabajo secretarial, sino que cada vez se va capacitando de acuerdo a las necesidades de su puesto y de la escuela. “Con decirte que una vez mi jefe me dijo que si quería ser monja, pues en ese entonces me metía a todos los cursos religiosos que ofrecía la universidad, pero pues yo soy católica y a mí me gusta siempre estar informada de todas esas cosas”. 

           
A propósito, le pregunto: ¿Cursaste estudios de licenciatura? Ella contesta: “Yo estudie en una escuela que no sé si todavía exista, estaba ubicada en la Zona Rosa, ahí cerca de la Glorieta de Insurgentes ¡Híjole! No recuerdo ni siquiera el nombre. Me metí a estudiar para secretaria, aunque en un principio no trabaje para ello, pero bueno, las cosas se fueron dando así como te dije, de casualidad”…Fin  

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