El arte urbano ¿Parte de nuestra cultura?

Por Melissa Jácome Becerra
Alumna de Comunicación 

El arte plasmado en las calles está en todos lados y va más allá del grafiti. Sus autores, la mayoría jóvenes, tienen como hobbies pintar, taggear, y grafitear partes de la ciudad con el objetivo de comunicar lo que piensan y sienten.

Dario, Vatzili, Ricci, Bromack y Tonatiuh realizan arte urbano. Forman parte de un colectivo creado por ellos mismos con el nombre de Bukra Arte, en el cual pretenden expresarse mediante técnicas como el grafiti y la serigrafía. Dejan como firma su esténcil particular de Bukra Changed our lives, lo que significa Bukra cambió nuestras vidas. Es tanta su popularidad en Tijuana que han sido aclamados para participar en varios eventos, entre ellos Mexicali en la playa, el evento playero más grande de Baja California, donde se da un espacio a exposiciones de arte y a música local y nacional. Ellos están lejos de los vándalos que han hecho grafiti toda su vida, aquí su arte es legal.

Sus obras las plasman en muros, banquetas, señales de tránsito, postes de luz, escaleras, entre otros lugares, teniendo como objetivo atrapar miradas. Algunos comenzaron como grafiteros, más tarde conocieron nuevas técnicas hasta convertirse en aclamados artistas de murales representativos de la región con diseños personales. Adaptaron su propuesta a la estética urbana. Las calles hablan a través de sus ilustraciones y tienen voces jóvenes que ocupan un lugar cada vez más importante en el espacio urbano, muchos legalmente y otros siguiendo en la clandestinidad.

Con pasión en las manos

Vatzili es el seudónimo de uno de los jóvenes que formó el colectivo de Bukra Arte. A sus 24 años estudia arquitectura en la Universidad Autónoma de Baja California y es originario de ciudad Juárez, Chihuahua, aunque el sostiene que es tijuanense de corazón pues muy pequeño llegó a vivir a la ciudad. Vatzili comenta que Tijuana es una ciudad mágica que brinda todas las herramientas para poder expresarse; recurre a cualquier material que pueda usar con sus manos, desde rociadores de pintura, pintura acrílica y gis, hasta usar sus dedos para poder crear arte en esta ciudad.

El primer encuentro de Vatzili con el grafiti fue a los 13 años, siendo nombrado “el científico” por sus colegas grafiteros, ya que su aspecto era el de un niño nerd. Como no le pareció ese nombre, buscó otro obteniendo el seudónimo de Vatzili, nombre que él mismo inventó inspirándose en un famoso francotirador de la Primera Guerra Mundial llamado Vasili Zaitsez. “Rayaba las calles como un típico niño malandro, hasta llegar a ser perseguido por la policía”, recuerda Vatzili. Fue ahí cuando cambió de rumbo; prefirió dedicarse al ámbito artístico y no lo ha soltado desde entonces.  Vatzili agradece que en este tiempo el arte urbano ya se vea como algo más que rayones: “Es un arte muy abierto, forma parte de la cultura fronteriza, es el arte del pueblo, es un medio para expresar”, menciona. Orgullosamente afirma que su querida Tijuana es la ciudad número uno en cuanto a productores de arte urbano a nivel mundial.

La mayoría de las veces Vatzili plasma animales y partes del cuerpo humano fusionadas con los animales. Sus temas se centran en hacer una crítica a la humanidad ya que piensa que tenemos un aire de superioridad, que pensamos que somos mejores. Debido a que para Vatzili todos actuamos con nuestros instintos y seguimos siendo animales, fusiona en sus ilustraciones estos dos contrastes. En su vida cotidiana trabaja como diseñador gráfico en una agencia de publicidad, también forma parte de un colectivo de colectivos como él menciona, el colectivo Origami que ya introduce varias disciplinas como el break dancing y la música.

El objetivo de Vatzili y sus compañeros de Bukra Arte no es sólo adornar las calles, sino trascender y ser escuchados. Menciona que la gente es muy visual y está seguro de que por medio de imágenes los mensajes llegan a ser parte de la vida diaria de las personas.

Ahora toca a la sociedad decidir entre continuar callando a jóvenes como Vatzili o permitirles plasmar sus ideales, dejándolos que formen parte de la cultura, por que a fin de cuentas, éste es el arte del pueblo.