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lunes, noviembre 28, 2016

EL DISCURSO DE ODIO: LA GLOBALIZACIÓN DE LA ANTIGLOBALIZACIÓN

Texto y dibujos por Camila de la Fuente (@CamdelaFu)

“La gran masa cede ante todo al poder de la oratoria. Todos los grandes movimientos son reacciones populares, son erupciones volcánicas de pasiones humanas y emociones aleccionadas.”  Adolf Hitler (1924)



Las masas sociales son como un océano gigantesco en el que nadamos cientos de gotas. Cada una de estas personas de diferentes razas, opiniones, religiones, géneros, ideologías e historias coexisten y se relacionan entre ellas. El océano en su estado natural está en paz, tan sólo tiene pequeñas olas que van y vienen cuando nos movemos juntos. Pero, ¿qué sucede cuando hay un terremoto social? ¿Qué pasa cuando lanzas a éste océano un gigantesco monolito de palabras llenas de ira? ¿Quién puede parar al violento tsunami que llamamos “discurso de odio”? 

No todo tipo de conjunto de palabras generan una marea social complicada. Hay unas que no producen ningún cambio porque no nos identificamos con ellas. Es importante reconocer que nos solemos mover más por las pasiones que por las ideas. Nos dejamos llevar por las corrientes anímicas y no por las intelectuales. Especialmente cuando la educación falta. 



Las pasiones vienen arraigadas a las raíces que creemos tener y que nuestra cultura nos impone. Todos nacemos con una historia aunque en ella no hayamos participado. Simplemente formamos parte de ésta para ser miembros de algo, sentirnos identificados con cierta cultura. Esta es, de cierta manera, inventada. El objetivo de estos inventos es dar identidad política a un grupo social. Como menciona Benedict Anderson:

“Por guerras grabadas en la memoria, un mito de origen, una historia que igualmente es más un producto de la imaginación que de la experiencia propia, por un territorio demarcado, por costumbres y una lengua propia se forma la nación que a los individuos les da la orientación y posibilidad de identificarse con algo mayor.” (1983)

La exaltación de lo nacional es la respuesta a los efectos de una globalización aplanadora. Ésta busca integrar todas las culturas para hacer una sola pero grande -que por propósitos de conveniencia económica- amenaza la posibilidad de pertenecer a un país con su propia cultura e identidad. Se puede traducir a que cada vez somos menos diferentes entre nosotros en el mundo. Estar en este limbo, sin identidad ni orientación genera temores y miedos que cuando se vuelven extremos, nos convertimos en colectivos etnocéntricos.  



Estos miedos e iras colectivas convertidas en un tabú, por no ser políticamente correctas, se van acumulando en las sociedades. Se van sumando prejuicios y odios a lo que es “diferente a mí”. Ya no nos sentimos parte de algo grande, sino que ahora, nada nos diferencia. Se siente una total pérdida de poder e identidad: nadie los representa.

Son voces que se han silenciado a través de los años y que se vuelven vulnerables a su propio temperamento inestable, se dejan guiar por las pasiones y el resentimiento. Son opiniones severas que están flotando separadas en ese océanos de mentes, pero que cuando alguien logra manejarlas en una fuerte corriente, se vuelve peligroso. Esos odios y resentimientos son de buen provecho para quien los sepa administrar y así, lograr empoderarse. Esos expertos de la persuasión logran cristalizar esas ideas de odio y dirigir el resentimiento hacia un enemigo real o inventado. Crea un signo que representa todo lo negativo: simplifica la realidad a un héroe y a un villano. 

El seductor habla de soluciones fantásticas a problemas complejos. Te ofrece el paraíso y luego amenaza con quitártelo si no le compras sus ideas. Sintetiza los problemas para su propio beneficio, poniéndose a él mismo como el único salvador. Ofrece una supuesta seguridad que hay que pagar con sumisión. No da opciones: es él o nada. Acorta las libertades. No olvidemos el “Patria o Muerte” de Fidel Castro que luego otros países de corte socialista adoptaron. La grave frase de Chávez “el socialismo es todo esto que hago por tu bien. Y el que no quiere socialismo no quiere tu bien.” O si nos vamos a la derecha, escuchamos “Let's make America great again”, pero si no apoyas a Trump, entonces Norteamérica no volverá a tener la grandiosidad que dice que tenían. El seductor lo hace a través de discursos controversiales, llenos de insultos y blasfemias, contenido que a los medios de comunicación les encanta reproducir en sus pantallas porque se vende como pan recién horneado. 


El uso de un lenguaje agresivo funciona como estrategia política. La socióloga Colette Capriles resalta que: 

“La ofensa se convierte en uno de los más socorridos instrumentos de la política, justo en la medida en que se crea el espacio público masivo, y en la medida que el destinatario del discurso político no es el ciudadano ilustrado ni el elector informado sino el espectador movilizado por sus pasiones. ”(2006) 

Capriles (2006) también agrega que el insulto funciona, además, para un objetivo paradójico en el que identifica al adversario, lo separa emocionalmente y lo reconoce, para después negar su existencia a través de la animalización o cosificación. Da permiso a las masas de ser intolerantes con aquello que no reconoce como humano. Luego, los borregos hipnotizados por los efectos de la emoción y el odio actúan en contra de ese enemigo real o inventado. 

Las personas se empiezan a sentir identificadas otra vez luego de haber estado en ese limbo. A través del líder se refugian y repiten como loros sus discursos, sin realmente decir algo de su autoría. Miran -o se ciegan- ante el mundo a través de una ideología impuesta porque otra vez pertenecen a algo. El discurso de odio se contagia fácilmente. 



Siempre funciona cuando hay un ambiente de inestabilidad y una minoría se siente amenazada por lo diferente. El seductor les hace creer a estas minorías apasionadas de que son mayoría. Los engaña para evitar los efectos del Espiral del Silencio que la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann expone: cuando ves que tu opinión va de acuerdo con la mayoría de las opiniones vas a expresarla, si no, la callas. El seductor busca que estas personas no enmudezcan y crea la ilusión de que la generalidad lo apoya a él y a sus controversiales ideas. Arroya a todo aquel que no está de acuerdo con él, minimizando su tamaño y despojándoles su valor. Lo hace a través del miedo y las amenazas. Recordemos cuando el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez decía “si no eres chavista, no eres venezolano”. Busca excluir a una mayoría que no lo apoya, reconociéndolo y a la vez, negando su existencia. En estos discursos también se usa el arte de la distorsión: más que cambiar hechos, los distorsionan a través de la palabra a su favor. 

El miedo es el lenguaje y el poder su objetivo. Sus efectos sociales son graves y hoy en día, están haciendo metástasis en el mundo. Vemos como dirigentes populistas logran llegar al poder a través de estos discursos que los medios reproducen sin cesar. Estamos viviendo la globalización de la antiglobalización, la búsqueda de la conservación de las razas o ideales: odiando a todo lo que es diferente a mí. Lo hizo Stalin, Hitler, Castro, Chávez y lo está haciendo Trump e ISIS. Ni hablar de otros que están por venir en Alemania, Francia, España, México y otros países del mundo. El odio es el himno que cantan los dirigentes, no importa si son derechistas o de izquierda.  Todos quieren ser dioses y predican que quieren ayudar al pueblo -con socialismo o capitalismo- cuando el pueblo es lo que menos les importa. 



La globalización de la antiglobalización se vende a través de un falso ideal socialdawiniano de conservación de las razas. El mismo Hitler escribe sobre ella:

En general, no debe de olvidarse que la finalidad suprema de la razón de ser de los hombres es conservar su raza. Y si esta misma se hallase en peligro de ser oprimida o hasta eliminada, la cuestión de la legalidad pasa a plano secundario. El instinto de conservación de los oprimidos podrá justificar siempre en grado superlativo, el empleo de todo recurso.  Porque quien no está dispuesto a luchar por su existencia o no se siente capaz de ello es que ya está predestinado a desaparecer. (1924)

Los seductores de discursos etnocéntricos quieren alarmar a las personas acerca de la extinción de su individualidad. Es, por supuesto, todo una ilusión pues la individualidad no puede ser despojada aunque la globalización esté mezclando las culturas. El mundo debe de evolucionar y la única manera de hacerlo es a través del cordial intercambio y enriquecimiento cultural, sea de donde sea. Siempre y cuando tu cultura se mantenga firme y se enriquezca con otras. El temor a que esta desaparezca, sentirse desorientado y en un limbo es lo que hace que las personas se afirmen en una agrupación étnica radical.  

Los humanos, especialmente los de poca educación, tienen corta memoria. Vuelven a caer en el mismo error de seguir a populismos engañosos que les prometen el paraíso. Recaen en esa tormenta social que no nos deja convivir en paz. Como decía Hegel, lo único que nos demuestra la historia es que no hemos aprendido nada de ella. Vivimos el Retorno Eterno que tanto menciona Nietzsche: todo lo que acontece en el mundo se volverá a repetir. 

Me da escalofríos leer frases del terrorífico Reich en su libro Mein Kampf y que todavía estén vigentes. Las lees y son exactamente lo mismo que exclama Trump en sus discursos. Paradójicamente Hitler escribió: “la capacidad de asimilación de la gran masa es sumamente limitada y no menos pequeña su facultad de comprensión, en cambio es enorme su falta de memoria” (1924). Es triste comprender que seguimos viviendo una amnesia colectiva.



Estamos viviendo un déjà vu inevitable. Somos un ineludible boomerang, siempre volvemos a lo mismo. Con la subida de Trump al poder podemos consolarnos repitiendo lo que decía Karl Marx: “la historia se repite primero como tragedia y después como comedia.” Las personas no están dándole importancia a la subida de otro Hitler al poder, no entienden que los efectos del discurso de odio son incontrolables por un parlamento. Ya se escuchan radicales gritando Heil Trump, ¡tenemos que abrir los ojos! Hay que actuar con inteligencia, educarnos y abrirnos a otras culturas para enriquecernos y así juntos llegar lejos. Afirma Kurnitzky (2000):

 “Una y otra vez con el trascurrir del tiempo, la historia descubre las reales intenciones que han guiado la pasión popular de los líderes; una y otra vez los pueblos, en su desesperación, olvidan las malas experiencias y vuelven a desear y promover a lo nuevos líderes que les prometen la salvación porque, en última instancia, la salvación de la etnia significa la salvación del sujeto mismo.” 

Hay que estar atentos y no permitir que se repitan los errores de la historia. Somos de todos los colores, tenemos millones de ideas, pertenecemos a diferentes culturas y naciones, somos dueños de mil y un historias distintas. Que todos seamos diferentes es lo que tenemos en común. Hay que enfatizar la frase que alguna vez dijo Herbert George Wells “nuestra verdadera nacionalidad es la humanidad”.




BIBLIOGRAFÍA

Anderson, B. (1983) Comunidades imaginarias. EEUU: The Nation

Capriles, C (2006) La Máquina de Impedir. Venezuela: Alfa

Chávez Rodríguez, M. (2016). Racismo, el Donald Trump que todos llevamos por dentro. Obtenida el 22 de noviembre de 2016 en http://contenido.com.mx/2015/10/racismo-el-donald-trump-que-todos-llevamos-dentro/ 

Funke, H. (2000) “Desintegración social, extremismo de derecha y violencia Xenófoba en Alemania desde la reunificación” en La Globalización de la Violencia. México: Colibrí

Hitler, A (1924) Mein Kampf. Versión traducida. México: Editorial Época S.A

Kurnitzky, H (2000) La Globalización de la Violencia. México: Colibri

Mujica, R. (2005). Diferentes pero iguales. Perú: Gráfica Filadelfia. 

ONU (2007). Dimensiones del Racismo. Obtenido el 22 de noviembre de 2016 en http://www.ohchr.org/Documents/Publications/DimensionsRacismsp.pdf 

Ortega y Gasset, J (1969). La Rebelión de las Masas. España: Círculo de Lectores










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