Por Marcela MejÃa
Practicum 1
Ecatepec 13 de Febrero. Eran aproximadamente las 12 del dÃa cuando la periodista llegó a uno de los lugares elegidos por el Papa Francisco para su primer visita a México.
“El Caracol”.
Asà se llama el lugar en el que se oficiarÃa la misa del 14 de febrero, un
lugar terroso, árido y lleno de grava. Se podÃa apreciar la explanada dividida
por cuadrantes y colores, asà como un código numérico en una manta que colgaba
en las vallas metálicas para distinguir a cada una de ellas. “La organización
no será tan complicada”, pensó la
reportera.
HacÃa dos
semanas que junto con un nutrido equipo habÃa comenzado a trabajar en el enorme
proyecto de coordinar la visita del Santo Padre, en un principio parecÃa algo
sencillo, contestar e-mails,
coordinar rutas de vialidad y vallas, colocar voluntarios en distintos sectores
y, una que otra vez, llamar a congregaciones de religiosas para invitarlas a
una valla especial. La cuenta regresiva disminuÃa dÃa con dÃa y la emoción
crecÃa, también el estrés.
Después de una
serie de cambios se decidió que el equipo “Huggies”, como nos apodaron en la
oficina por ser los más jóvenes, apoyara en la logÃstica del evento en
Ecatepec, uno que parecÃa complicado por la cantidad de gente que se esperaba.
Unos 300,000 aproximadamente.
Ecatepec en
febrero es difÃcil de comprender ya que el clima resulta extremoso. Nos habÃan
advertido acerca del frÃo intenso que se percibÃa, sin embargo podÃa sentirse
un calor agotador, un sol que quemaba la piel. ParecÃa que aquel frÃo no
existÃa.
Lo primero fue
conocer el lugar y familiarizarse con él.
Luego, localizar los hospitales móviles, los baños, los accesos, el área
de prensa y por supuesto la carpa de control. Las distancias eran muy largas y
algo incómodas por la combinación de calor
y el polvo que envolvÃa el lugar. En ocasiones se hacÃan remolinos de
tierra café.
“Será un largo e
incomodo trayecto para ir al baño”, pensó la corresponsal.
El escenario era
imponente, una cruz metálica de aproximadamente seis metros de alto habÃa sido
confeccionada para coronar el altar, el cual se encontraba en alto para la
visibilidad de cada uno de los espectadores. Sin embargo habÃa algo muy
especial: la decoración tan vistosa.
Figuras de todos
colores adornaban los laterales de los escalones para subir al escenario donde
se encontraba el altar de cedro rojo. Estas figuras estaban hechas de aserrÃn
de colores y la forma tan exacta procedÃa de moldes de madera fabricados por sus
diseñadores, provenientes de Tlaxcala y del Estado de México.
Al platicar con
ellos, se notaba que estaban cansados
pero felices. Sus manos teñidas de colores saludaron y posteriormente, los
artistas platicaron como habÃan llegado ahÃ. “Nosotros querÃamos hacer esta
muestra de lo que hacemos para el Santo Padre”, comentó uno de ellos. “Nos
habÃan dicho que únicamente podÃamos utilizar el color verde y el color morado
para confeccionarlo por ser cuaresma, pero insistimos y finalmente nos dejaron
hacerlo de varios colores.”
Su labor comenzó
a las seis de la mañana del 13 de febrero, y no pararon hasta las 11 de la
noche. No podÃa dejar de sorprender lo bello que era el arte mexicano, pero permanecerá
por siempre el recuerdo de haber visto cómo lo realizaban, con una fe
incomparable.
Las horas
pasaban y lo que en su momento parecÃa imposible sucedió. La temperatura
comenzaba a bajar y el suéter ya no parecÃa tan pesado. A las 6 de la tarde le
dimos el acceso a los voluntarios que nos apoyarÃan en este evento. Se dividÃan
en dos grupos: los que venÃan por parte del gobierno que usaban gorras y
playeras rojas distintivas de el partido polÃtico que dirige al Estado de
México y aquellos que se habÃan registrado en iglesias o por internet, los
últimos llevaban la playera blanca distintiva de voluntarios.
Los voluntarios
recibieron las indicaciones para poder realizar su labor con mayor eficacia, y
se colocaron en las áreas donde se les indicó. La presencia de los jóvenes era
notoria, sin embargo la mayorÃa de los voluntarios eran adultos.
AbrirÃamos el
acceso a las doce de la noche, la gente habÃa comenzado a hacer filas desde las
2 de la tarde, algunos incluso antes.
Nos reunimos en
la carpa de control, y dividimos tareas, la mayorÃa de nosotros estarÃa en el
área para colocar y dirigir a las personas en cada cuadrante y revisar que todo
estuviera en orden. SerÃa una noche larga, las puertas del evento se cerrarÃan
hasta las 8 de la mañana y el Papa llegarÃa a las 11 am. Y la temperatura
bajaba cada vez más.
Me persigné y
salà de la carpa rumbo a la explanada para esperar a esas casi 300 mil personas
que esperaban ansiosas para la misa, me aprendà el croquis para poder indicar a
algunos voluntarios que se sentÃan confusos, finalmente abrimos los accesos y
las personas comenzaron a ocupar sus lugares, muchas de ellas disgustadas por
el cambio que se les habÃa hecho en el acceso, reclamaban que el lugar que
indicaba su pulsera no coincidÃa con el de su boleto, sin embargo nuestra
obligación era hacer que se colocaran en el lugar que el brazalete indicaba.
A pesar de estos
disgustos, la gente que accedÃa a ocupar los lugares que les indicábamos se
acomodaban en el piso, muchos de ellos dormÃan, a pesar de la incomodidad del
piso y de el frÃo el cual alcanzaba para ese momento los 3 grados. Tratábamos
que la gente se mantuviera activa y no durmiera para que pudiera entrar en
calor y evitar cualquier percance, sin embargo muchos de ellos prefirieron
mantenerse acostados.
Lo que al
principio eran grupos esporádicos de personas se volvieron olas de multitudes,
los grupos ingresaban con más continuidad, muchas personas corriendo, otros
confundidos y varios perdidos. Dentro de los últimos se encontraban muchos
niños, ancianos y algunas señoras que provenÃan de localidades lejanas, una de
ellas se acercó a una compañera comentándole que habÃa perdido su cartera en la
que tenÃa el dinero para su pasaje de regreso, las llaves de su casa, entre
otras cosas.
A las 4 de la
mañana las oleadas de gente disminuyeron, los grupos se volvÃan más pequeños y
los problemas se disolvÃan con mas facilidad, sin embargo el servicio médico
era requerido constantemente, el frÃo comenzaba a hacer estragos con las
personas quienes sufrÃan de calambres o dolor en los huesos, alguno que otro
desmayo.
A esa hora
también sucedió algo inesperado. Las alertas de fuego se repetÃan una y otra
vez en los radios, el equipo se puso alerta, nos indicaron la ubicación exacta
del “incendio” el cual podÃa percibirse a lo lejos, era una flama alta. Lo
primero que dedujimos fue un corto circuito en alguna de las pantallas que se
utilizarÃan para proyectar la misa.
Protección
civil, Estado Mayor y miembros del equipo de coordinación se aproximaron
corriendo al incendio, asà como los bomberos. “No se preocupen” dijo uno de
nuestros compañeros por el radio “Eran unos policÃas que hicieron una fogata
porque tenÃan frÃo, pero ya lo controlamos y la apagamos” soltamos una risa
nerviosa y de alivio en la carpa de control, inmediatamente se indico por el
micrófono a todos los asistentes que no hicieran fogatas por ningún motivo.
El frÃo y el
cansancio también comenzaba a apoderarse de nosotros, llevábamos mas de 15
horas sin descanso, y el café ya no surtÃa el mismo efecto, algunos dormÃan en
el piso de la carpa de control y otros lo hacÃan en cajas de cartón para contrarrestar
el frÃo que alcanzaba los 0 grados, alcanzaba su punto máximo al amanecer, 7 de
la mañana.
Posterior a
esto, después de un último esfuerzo para combatir el frÃo, el clima comenzó a
mostrarse más amable con nosotros, el sol comenzaba a salir nuevamente, la
gente despertaba y cada vez faltaban menos horas para que el Papa llegara, la
euforia se sentÃa a flor de piel, asà como la fe.
El Papa llegarÃa
a las 11:30 am, según lo planeado, recorrerÃa la vÃa papal en el papamóvil y
oficiarÃa una misa. Posteriormente regresarÃa a la Ciudad de México para su
visita al Hospital Infantil, por lo tanto, serÃa un encuentro breve pero
provechoso, un encuentro que según muchos de los asistentes “BrindarÃa
esperanza”.
Los helicópteros
pasaban por la zona y la gente se emocionaba cada vez mas, tomaban fotos y
videos con la esperanza de que en alguno de esos helicópteros se encontrara el
Santo Padre, hasta que finalmente su helicóptero se logró vislumbrar a las 11
am aproximadamente. Francisco habÃa
llegado.
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