La Estación Espacial Internacional recibe a Doug Hurley y Bob Behnken.

Tras 18 horas y 52 minutos del despegue realizado el día de ayer desde las instalaciones en Cabo Cañaveral, la tripulación de Space X se añade al grupo del astronauta americano y los cosmonautas rusos ubicados en la Estación Espacial Internacional (EEI).

Grecia Soto / Practicum I

El reloj marcaba las 09:16 horas (tiempo del centro) cuando se dio la noticia que los astronautas en la Estación Espacial Internacional habían realizado la misión de capturar con un brazo robótico a la “Dragon” que se encontraba orbitando a una distancia de diez kilómetros de la estación, ambas con una velocidad de 28,000 km/h, hasta que la NASA autorizó la aproximación de la tripulación de Space X hasta el punto de captura a 10 metros.

Después de momentos de alivio, el comandante de la estación, Chris Cassidy, acompañado de los cosmonautas rusos Anatoli Ivanishin e Ivan Vagner, comenzaron a poner manos a la obra: acomodaron un set de cámaras listas para grabar y tomar fotos del momento histórico, así como realizar una tarea en especial de suma importancia y que les tomó alrededor de 2 horas, pues eran las 11:31 horas (tiempo del centro) cuando comenzamos a ver como la primera escotilla (conocidas como “hatch”) que separaba ambas naves, quedaba abierta para así proseguir con las siguientes dos que darían la bienvenida oficial a la Estación Espacial Internacional a Behnken y Hurley, los viajeros de la “CrewDragon”.

Imagen obtenida del sitio web: infobae.com

Dicho trabajo es de larga duración y requiere de una comunicación precisa y efectiva por parte de la CrewDragon, la EEI, y el centro de comunicaciones ubicado en Houston porque lo que pretenden evitar en este proceso es que exista una despresurización entre el espacio existente de ambas “naves”.

A las 12:22 horas (tiempo del centro) se concluyó una etapa más en la misión destinada para la compañía privada de Space X: Behnken y Hurley eran recibidos a bordo de la Estación Espacial Internacional. Tanto los compañeros que ya residían ahí, como ellos que ponían pie dentro de la estación mostraban un derroche de alegría. Es evidente que son conscientes de que cada paso dado está quedando escrito en una historia en la que se prevé resulte en un final feliz con su regreso a casa.

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