Muerte en Venecia

Por: Lorena Arvizu

Drama, drama, y más drama… envuelto claro, en un contenido altamente reflexivo sobre la belleza, el amor, la pasión, y la propia alma humana; la Ópera de Bellas Artes tuvo a bien elegir el mes de febrero para que presenciáramos esta historia, en la cual se encuentran diversas percepciones del que quizá es el sentimiento más famoso, y a su vez resultan interrogantes sobre cómo influye éste incluso al final de nuestra vida. Y es que, ¿quién no se ha cuestionado el inicio y consecuencias de un –amor–?

Esta puesta en escena, es una adaptación a la novela de Thomas Mann (homóloga de nombre) la cual fue publicada en el año 1912 . El personaje central recae en Gustave Aschenbach un escritor que a pesar de tener una considerable trayectoria en dicha profesión, se encuentra estancado en un periodo donde -tras un divorcio y el poco contacto que mantiene con su hija- su vida ha perdido el sentido; más aún, no encuentra la belleza en esta. Un hombre regido por la razón, que al final es tomado por sus pasiones.

En razón de la apatía que lo está atrapando, Aschenbach decide hacer un viaje a Venecia motivado por las referencias artísticas e incluso sociales del lugar; por su desesperación en orden de redescubrir el sentido. Su viaje resulta (y no) lo que él esperaba. En Venecia descubre a Tadzio, un joven de magnánima belleza y vitalidad que lo hipnotiza (enamora, embrutece, u otros sinónimos). Es tal su amor por él, que termina persiguiéndolo por toda la ciudad; lo anterior lo lleva a darse cuenta que hay una extensa epidemia de cólera, y se corre un gran peligro al permanecer allí. Es otro punto clave pues entra en conflicto: si le informa a los padres de Tadzio, se lo llevarán por siempre; sino, es probable que muera.

Resulta una lucha en su interior, la cual es representada en uno de sus sueños mediante una batalla entre Apolo (la razón y el deber) y Dionisios (la pasión y el deseo). Finalmente gana Dionisios. Aschenbach, sin embargo, con una encrucijada trazada por el cólera, la partida de Tadzio, y el abismo creado por sus pasiones, termina el ciclo de su vida en la contemplación a orillas del mar, de ese joven que renovó su vida y a su vez la culminó.

Una combinación fatídica, que no obstante, todos buscamos de cierta forma ¿o no? Y es que bien lo dijo J.M. Coetzee en su libro Juventud: “Lo que llamamos belleza es sencillamente un primer presentimiento de terror(…) nos postramos ante la belleza para agradecerle que renuncie a destruirnos”.

Claro que cada quien tendrá su opinión, pero lo cierto es que –dígase amor o pasión–, son pocos los que pueden luchar contra sí mismos.