Para honrar a Vargas Llosa

Por Ana Silveyra

Mario Vargas Llosa siempre soñó con ser escritor pero nunca imaginó llegar tan lejos pues, “ningún escritor peruano tenía éxito”, comentó a Sealtiel Alatriste en los “Diálogos Literarios”, después de serle otorgado el Honoris Causa de la UNAM.

A pesar de la realidad que enfrentaba en Perú, él se dedicó a escribir cualquier cosa, sobre cualquier tema, inspirándose en pequeñas frases que escuchaba en la calle, en sujetos extraños que veía cruzar, creó y destrozó sus escritos hasta sentirse satisfecho son su trabajo.

Su primera novela fue La Ciudad y Los Perros, publicada en 1963. Basada en parte en las experiencias que vivió estando en un colegio militar, haciendo crítica de la situación política de su país en los años 50. Aunque él no lo esperaba, consiguió el éxito inmediatamente. Es una obra impresionante para un escritor novato que apenas comenzaba su carrera, inició en grande y nunca bajó su nivel.

Mario Vargas Llosa sabía desde joven que sería escritor, para esto se dedicó a leer, leer todo y, a pesar de que su familia se negaba a que fuera escritor, él escribía para pequeños periódicos y trabajó en estaciones de radio redactando noticias, mientras estudiaba la carrera en Derecho.

Vargas Llosa se ha interesado en muchos géneros literarios (ergo el Nobel), dándonos Conversación en la Catedral, Pantaleón y las Visitadoras, La Fiesta del Chivo, Travesuras de la Niña Mala, La Tía Julia y el Escribidor, obras de teatro, ensayos y una autobiografía.

Ganador del Premio Nobel de Literatura 2010. Se siente propio de quienes compartimos raíces. Ahora que se le condecoró con el premio más preciado entre los escritores, aprovechemos para leer algo suyo y celebrar la literatura.