Hombre de pocas palabras
Por Ana Silveyra
Luis Nishizawa, aclamado artista mexiquense, es un hombre de pocas palabras, su trayectoria habla por sà misma y su obra narra la historia de su vida. El maestro entra al Museo-Taller que lleva su nombre, escoltado por su discÃpulo y amigo, QuintÃn. Con su caminar parsimonioso, parece que tras cada paso deja huellas de su trayectoria y, en cada una yacen más de 70 años valuados en obras.
Se dirige a la oficina de su museo, en el que ha impartido clases por más de 15 años. Hace su camino por el vestÃbulo que está lleno de “Judas” (monumentales figuras de cartón que representan demonios de la sociedad) que serán juzgados por el artista en unos minutos. La directora del museo, Margarita GarcÃa Luna, sale para recibir al maestro Nishizawa. Su saludo es muy ceremonioso pese a que desde hace años, cada sábado el pintor ha visitado la pinacoteca.
“Gracias maestro, es por usted que logramos recaudar más dinero que nunca”, le dice la directora, con un verdadero gesto de agradecimiento. El evento se ha llevado a cabo durante los últimos 16 años, y ya es costumbre toluqueña hacer la “quema de los Judas”, dónde se destruye a los malévolos demonios de cartón, que año tras año Nishizawa elige como ganadores.
En el Museo Taller Nishizawa se exhiben las obras del prolÃfico artista: dibujos a lápiz, paisajes del estado de México, retratos de su familia, y una serie de pinturas abstractas basadas en haikus (poemas japoneses). Los paisajes, las pinturas del Cristo de Iztapalapa, sus autorretratos festejan la cultura y diversidad del estado que lo vio nacer.
Un poco de historia
El museo se instaló en una antigua casa del siglo XVIII, en el centro de Toluca. Es un espacio muy especial, donde el pasado se siente perenne, donde las obras reclaman la trascendencia pero la casa las mantiene con los pies en la tierra. El pasado y los recuerdos están impregnados en las paredes de la casona, y en los retratos de los familiares de Nishizawa, y conviven en armonÃa.
“Tuve contacto con el arte desde muy joven”, cuenta el maestro. Él se inició en el ámbito artÃstico por medio de la joyerÃa, pues su madre se relacionó con una mujer muy rica que tenÃa una tienda de joyas. Luis Nishizawa aprendió a diseñar las mismas y fue algo que le apasionó mucho. Pero esos frutos de su temprana pasión jamás han sido vistos por público alguno.
“Cuando estudiaba música, yo tenÃa que pagar la renta, un dÃa mi padre me dijo: ‘olvÃdate de la renta y haz lo que tú quieras’, entonces me metà a la Escuela de San Carlos. Y ahora soy maestro ahÔ, relata el también músico, con cierta nostalgia por ser profesor de la escuela que lo formó.
Ser artista
Y aunque ya no toca el piano para dedicarse enteramente a la pintura, pues “es o una o la otra”, Nishizawa lleva el arte en las venas, como una condición innata. Siempre contó con apoyo de su familia, y pudo desarrollar sus capacidades desde temprana edad.
“Ser artista y nada más”, responde el también escultor al inquirir en qué otra área le habrÃa gustado incursionar. La carrera artÃstica de Luis Nishizawa es muy diversa. Él se ha implicado en el arte plástico, como pintor, escultor y grabador. A lo largo de su vida, ha pasado por corrientes como el abstraccionismo y el expresionismo, ha sido muralista y también ha creado vitrales.
“Quién se mete en el arte, se mete para toda la vida”, dice Nishizawa, que a sus más de noventa años continúa creando y enseñando a las nuevas generaciones de pintores. Tras tanto tiempo en el ámbito artÃstico, el maestro cuenta que ya ha pasado por todas las técnicas, ahora, dice, “lo único que me falta es seguir creando”.
“Mi obra ha sido definida por la prensa y la crÃtica, yo creo (obras) nada más y ya”, concluye Luis Nishizawa pintor, que sabe que nació para ser artista, nunca ha deseado hacer algo más.
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