Contraluz, cupcakes y Kohen - Revista Coma

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miércoles, mayo 08, 2013

Contraluz, cupcakes y Kohen



Por Michelle Montemayor

Alumna de la Facultad de Comunicación

¡Llegué! La Cupcakería de la colonia Condesa, Campeche esquina con Nuevo León, 10:16 AM. Me aplaudí haber encontrado el lugar a la primera, no me muevo mucho por la Condesa más que para echar el drink coqueto, de vez en cuando. Me siento en una de las mesitas, saco mi computadora para revisar por última vez el cuestionario que tenía preparado para Jaime Kohen, y le entro a un pastelito de Red Velvet con singular alegría. Mato los minutitos restantes para las diez y media preparando mi cámara; balance de blancos, apertura, velocidad… todo lo recién aprendido en clase de fotografía por una servidora. Le pregunto a Antonio, quien está detrás del mostrador, que si tiene algún inconveniente en bajarle a la música que ambientaba el pequeño pero encantador local; ningún problema.

10:16 pronto se convierte en 10:40. Así como el agua parece hervir más lentamente cuando uno se le queda viendo, por más que observaba atentamente a los coches pasar, esperando que el joven artista se bajara de alguno, Jaime no está a la vista. Decido marcarle a su publicista.

– ¡Hola, Sonia! Te quería avisar que ya llegué.

– ¡Hola! –responde amablemente–. Nosotros también, aquí te estamos esperando.

Volteo apanicada a las dos únicas otras mesas, esperando que mi despiste fuera tal que no había percibido su presencia a medio metro de mí.

– ¿En qué Cupcakería están? –le pregunto, con el estómago comprimido.

–En la de Sonora, esquina con Ámsterdam.

¡En la torre! Primera entrevista seria que elaboro en mi vida, y ya metí la pata sin siquiera conocerlo.

– ¡Voy que vuelo! –le contesto ansiosamente, mientras agarro mis chivas y me preparo para salir corriendo. Tan pronto cuelgo el teléfono, veo el mensaje de texto que me llegó al momento de la llamada: ¿“Ya vienes a la entrevista? Tenemos otra cosa a las 11 y nos tenemos que mover. Sonia”.

¡Diez minutos para una entrevista de 21 preguntas! ¿Cómo le voy a hacer?

Antonio alcanza a entender la situación de esta pobre güera distraída basándose únicamente en lo que alcanzó a escuchar y en mi tono agitado de voz. Me dice que le pague después, y hasta me presta cincuenta pesos para tomar un taxi. Le agradezco efusivamente por su ayuda, y me trepo al primer taxi que encuentro, en el sitio del otro lado de la calle. 

Cabe mencionar que, aunque me faltan manos, no suelto el pastelito por nada del mundo. Por los nervios, deshago la forma del cupcake, pero me como la deliciosa plasta de pan roja con betún color menta en el corto trayecto. 

– ¡Jovenazo! –Le digo al taxista, que, después veo, tiene aproximadamente unos 65 años–. Me urge llegar al otro changarro de éstos que está en Sonora con Amsterdam, enfrente de la escuela culinaria.

El señor Ladislao supo perfectamente dónde; cinco minutos, y un montón de migajas regadas después, estoy donde tengo que estar. ¡Ahora sí, llegué!

            Jaime Kohen, junto con su manager, Farid Quintana, y su publicista, Sonia América, me esperan en la primera mesa de esta sucursal de La Cupcakería. Saludo nerviosamente a los tres, pero debo admitir que, tan pronto sonríe cálidamente el artista de 26 años, mis nervios se derriten y escucho con calma lo que tiene que contar. 

Jaime Kohen


–Ok, platícame un poco de cómo ha sido tu relación con la música a lo largo de tu vida. O sea, ¿desde chiquito te sentías atraído por ella, o fue un amor que nació después, más adelante en tu vida?

–Desde chiquito siempre me ha gustado la música, creo que no hay ser humano que no le gusta. Desde un bebé, le pones música y ya se relaja, se distrae. Siempre me ha encantado, desde chiquito estuve involucrado en las obras de mi escuela, en los bailes, y en la estudiantina, todo lo artístico

¡La estrella del colegio!

–¡Sí, exacto! –dijo riendo–. Siempre me metían a cantar, y la música siempre me gustaba, pero no me quería, jamás, dedicar a eso.

–¿No habías pensado “yo quiero ser artista de grande”?

–No, para nada quería dedicarme a eso, ni de chiquito fue mi sueño. ¡Hasta quería ser veterinario! Ya luego, cuando acabé la escuela, empecé estudiando diseño. Estudié eso dos años. Lo que hizo que quisiera dedicarme a la música como una carrera, fueron dos cosas que sucedieron a la par: una fue que aprendí a tocar instrumentos, y eso me permitió componer…

–O sea, ¿aprendiste ya grande?

–Sí, hace como cinco años. Lo otro que pasó, simultáneamente, fue que pasé por una crisis personal, en la cual la música se hizo muy presente. Entonces me di cuenta que quería hacer algo en mi vida que llegue a una parte más profunda de las personas, más al corazón. Creo que el diseño… digo, un espacio lindo sí te produce cosas muy lindas, pero no creo que llegue al corazón como la música, para mí.

–Sé que estuviste en Parsons, The New School for Design, un tiempo. Es una institución que, bueno, tanto universitarios como no universitarios, diseñadores y no diseñadores… todo el mundo quisiera conocer instituciones de ese tamaño. Tuviste la oportunidad de estar ahí un rato. ¿Qué te dejó tu época como universitario? ¿Cómo fue la experiencia universitaria en Nueva York? ¿Qué te dejaron esos dos años, aunque la vida ya no te encaminara hacia el diseño?

–Estuve, como dices, dos años, la mitad. Fue una experiencia padrísima porque Nueva York es un lugar, en primera, fuera de la universidad, que hay gente de todas partes del mundo, y que todo el tiempo están transitando. Entonces mis mejores amigos de esa época: una es de Taiwán, la otra es de Dubái, la otra es española, la otra es colombiana, y la otra es mexicana. Está muy padre que pude entablar conexiones con gente que, a lo mejor, jamás me hubiera encontrado porque somos de un origen de país muy diferente, y que nos encontramos en ese punto. Hasta hoy son amigos muy cercanos, que quiero muchísimo. Aunque hoy ya estén en sus países y vivimos a muchísimos kilómetros de distancia, hay una conexión muy grande.

–¿Sigues manteniendo contacto con ellos?

–Sí, me quedé con muy buenas amistades, y eso me encantó. Lo otro que me dio el diseño…

–¿Fue diseño gráfico, diseño de interiores, diseño…?

–Estaba entre diseño de interiores y diseño de ropa, pero Parsons tiene una filosofía que los primeros dos años es tronco común, entonces al final nunca me especialicé en nada, ¿sabes? Los primeros dos años estudias con todo tipo de diseñadores, arquitectos, es la base del diseño; eso me encantó porque me dejó muchas herramientas que puedo aplicar para todas las áreas de mi vida, desde yo decorar mi casa hasta saber cómo vestirme, ¿no? Que eso aplica mucho en mi carrera.

–Por supuesto, el diseño de imagen es todo.

–Claro, hasta diseñar mi escenografía y tener muchas ideas; cuando hago los videos me involucro mucho en toda la idea de la escenografía y del vestuario, de cómo va a ser todo el concepto. Me ayudó mucho para complementar mi carrera, porque sí hay diseño de vestuario, escenografía, video.

–Todo. Todo lleva un proceso de diseño.

–Todo, entonces sí me dio muchas herramientas. Además, tengo un hobby, que me dedico también para apoyarme económicamente, que es trabajar en una fábrica donde diseñan abrigos y chamarras. Entonces eso (el diseño) también me ayuda mucho, me dio bases para eso.

–¡Increíble! Y bueno, tengo entendido que fue en Berklee School of Music donde, durante un curso de “vocal training”, según lo que he leído en algunas de tus entrevistas pasadas, donde te surgieron las ganas de regresarte a México y probarte como artista. Platícame de ese proceso, ¿te costó trabajo dejar Estados Unidos, dejar todo, para arriesgarte por un sueño nuevo? ¿Fue fácil, de un día para el otro?

–Lo de Berklee, la verdad, me lo eché más, perdón por la palabra, pero de desmadre. Unas amigas estaban saliendo de la escuela y me dijeron: “Jaime, ¡conseguimos una beca! Tienes que pagar, así, nada de lo que costaba. ¡Vámonos a Boston un mes y medio!”. Duraba como un mes y medio, dos meses, no me acuerdo, y nos pasamos el verano ahí. A los tres nos gusta mucho cantar, dije “vámonos”. Costaba súper barato, a comparación de lo que cuesta normalmente, y dije “voy a aprovechar”. Me fui, pero para mi sorpresa, eso fue un cambio cañón. Tú podías elegir tus materias, entonces dije “¡ay, ya! ¡Puras de voz!”. Yo quería echar… quería salir, y me la quería pasar bien, me valía la escuela. Metí todo de voz, y algunos instrumentos, lo más fácil que pudiera. La verdad es que aprender a tocar instrumentos me cambió cañón, porque desde aprender los primeros acordes, sí me puse a componer. Mi primer instinto fue componer, con tres acordes que aprendí. Entonces eso me movió mucho, y, simultáneamente, en un verano vine a México y estaba lo de la obra “Hoy no me puedo levantar”, la iban a sacar. Fui al casting y me eligieron para ser Colate; yo no me podía regresar porque tenía que acabar la universidad…

– ¿O sea, has hecho teatro? –pregunté impulsivamente.

–No, no hice. Sólo hice la audición.

–Pero te eligieron. El casting fue con éxito.

–Sí, pero yo no había acabado mi semestre. Entonces me tuve que regresar (a Nueva York), elegí regresar, y ahí fue cuando me quedé un año más, en Nueva York.

– ¿Pero ya no estudiando?

–Sí. Antes de regresarme a México, dije “si le voy a entrar a esto de la música, me voy a preparar bien”, y me metí a una escuela de “performing arts” un año.

–¿A qué escuela?

–Se llama Lee Strasberg (Theater and Film Institute). Entonces dije, “antes de echarme todo esto, sí me preparo, voy a clases de escenario”, o sea, prepararme un poco más. También ahí preparé un demo. Dije “quiero regresar a México bien preparado” en cuanto a estudios, un poquito de artísticos para saber bien qué onda, también de instrumentos para saber un poquito más, y preparar un demo. Entonces, como ese año me lo tomé para prepararme para regresar, no me costó trabajo. Ese último año me enfoqué mucho. Todo lo que hice allá fue preparación para regresar y darle.

–¿Hubo quién, en un principio, creyó completamente que lo podías lograr y, por lo contrario, alguien que te trató de disuadir desde un principio y decir “No, está muy arriesgado, mejor quédate en Nueva York”? A lo mejor hubo quien te dijo “¡Lánzate! Yo confío en ti”.

–¡Claro! Mis maestros creían mucho en mí, que eso me dio mucha fuerza, y luego mi familia empezó a creer mucho en mí, que eso también me motivó mucho. Cuando llegué a México y me empecé a presentar con las disqueras, todas me dijeron que no; que en primera, estaban pasando por un momento muy difícil, en el cual ya no sacaban artistas nuevos, y en segunda, mi proyecto no es un proyecto más pop, comercial de México. Digo, sí es pop, pero…

–No tan producido, no hay tanta ingeniería para lanzarlo a un mercado masivo.

– ¡Exacto! Mis letras sí son un poquito más intensas y profundas, y la música… lo que me decían, que hasta ahorita ya lo entiendo pero antes no lo entendía, era que era un pop muy “fino” para México. Yo no entendía eso, ahorita ya me queda un poco más claro, pero igual, yo fui muy terco y no me detuve. Entonces ahí fue cuando tuve la oportunidad de conectar con la primer manager que tuve, por azares del destino, y ella me llevó a tener la oportunidad de encontrar a un productor padrísimo, que había hecho gente que admiro muchísimo, como Macy Gray, India Arie…

– ¿Jared Lee (Gosselin)?

–Ajá, entonces dije “lo voy a hacer, me vale que no tenga disquera, no voy a perder esta oportunidad”, porque a él le gustó mucho y quería trabajar conmigo. Él ahorita hizo el disco de Beto Cuevas.

– ¿A sí? Yo me quedé en Corinne Bailey Rae y Macy Gray.

– ¡A mi un día me habló un día, de la nada, Beto Cuevas! –Me contó con la misma emoción que usaría yo después, para presumirle al mundo sobre ésta entrevista–.

– ¡Hola Beto Cuevas! –dije al teléfono imaginario que figuraba mi mano.

–Sí, estuvo muy padre esa experiencia. Pero sí fui… más que terco, aunque sí soy terco, ellos saben –dijo, señalando a Farid y a Sonia, mientras sonreían políticamente–, tenía muy claro que si no hacía la música que me nacía, ¡ya! Prefería dedicarme a otra cosa.

–O sea, defendiste la esencia de tu música, no dejaste que se corrompiera.

–Si no, ya no me motiva –afirmó contundentemente.

¿Cómo se te empezaron a abrir las puertas en México? Me imagino que no llegaste a EMI y te aceptaron a la primera.

–No, no, no. Me dijeron que no.

–¿Cómo fue que fuiste a dar a EMI? ¿Tuviste que tocar muchas puertas? ¿Quién fue el que te abrió la puerta al final, esa puerta que te lanzó?

–Como no me recibieron las disqueras al principio, me empecé a mover yo, por mi lado. Te digo que surgió la oportunidad de Jared (Lee Gosselin). Entonces yo, con todos mis ahorros, hice el disco, e hice el primer video clip, que es el de “Alguien”. También empecé a hacer varios shows. Me presenté, cuando todavía estaba el Hard Rock (Café), en El Bataclán, en el Café 22. En diferentes lugares me empecé a presentar para mover, traer gente, que me vean y ver qué onda, y no esperé a que me tomen para empezar. Empecé a hacer por mi parte todo lo que estaba en mis manos. Entonces, también por la vida, conecté con mi segundo manager, que se llama Marco Bissi. Él fue presidente de EMI mucho tiempo. Él fue mi manager dos años, lo quiero mucho y me ayudó mucho, y fue el que me ayudó a hacer el link con EMI; él tenía más conexiones y, además, mi disco ya estaba hecho, entonces EMI ya no tenía que gastar tanto. Llegamos a ese acuerdo en el cual ellos invirtieron una parte, yo otra, y así sí se animaron a tomar el proyecto; en lugar de tomar todo el riesgo ellos.

–¿Hubo algún momento, antes de que se empezara a materializar tu primer disco, Fotosíntesis, que hayas pensado que era mejor rendirte?

Antes, no. Más bien me ha pasado después, varias veces. Pero antes, en ese proceso, cuando yo estaba todo emocionado, al principio, no. Sí me ha pasado, antes estaba con la disquera y ahora que la disquera se desintegró, sí he pensado varias veces dejarlo.

–Ok –respondo pensativa, sabiendo que toqué una fibra sensible en él–. ¿Cuál fue la primera composición que hiciste en la vida? Quisiera meterme un poquito más en tu pasado. ¿Cómo surgió? ¿Te acuerdas de la primera composición?

–Sí, te digo que aprendí tres acordes en mi primer clase de piano, entonces había unos salones ahí (en Berklee) de práctica y me bajaba horas. Me encantaba, me relajaba muchísimo, y con esos tres acordes hice la primer canción, que se llama “Mirada ciegamente”. Era de cuando ves a alguien y te reconoces, no importa si es amigo, pareja, o algo, pero esta gente que… yo sí creo en las otras vidas, y esa es la gente que reconoces. Hay una conexión desde que se ven, platicas y dices “ya te conozco, de algún lugar”.

–Esto fue hace poco, en Berklee…

–Sí, hace cinco o seis años.

–¿Y cómo compones hoy en día? ¿Te surge una melodía o una letra y de ahí lo vas armando, o te sientas a trabajar a una hora determinada del día, como lo hacía Woody Allen, y de ahí empiezas a jugar con ideas?

–No, mi proceso es más orgánico. Como que, me van surgiendo. A veces primero llega la letra, o un concepto de una letra, y luego una melodía. Siempre me tengo que tomar un tiempo para sentarme y concretar la canción, pero tengo siempre mi celular, y si me llega una melodía o letra, las apunto. Cuando tengo un tiempo me siento y solamente la armo. Permito que me lleguen ideas, las voy apuntando para que no se me olviden, y después surge la canción. A veces son acordes, si un acorde me inspira a hacer una canción; cada canción es diferente.

–Dentro del material que lanzaste en Fotosíntesis se escuchan matices de varios géneros musicales. ¿Fue intencional o surgió con cada canción? Una se escucha más R&B, otra un poquito más pop, otra se escucha completamente folksy. Esa mezcla de géneros salió de ti o fue algo más planeado?

–Yo quería hacer un disco dinámico. Me gustan mucho los artistas que tienen su sello, por ejemplo Madonna, pero que cambia de disco y cambia de concepto, y sigue siendo ella. Me aburren un poco los discos muy monótonos, que a la quinta canción dices “¡qué hueva! Esto suena igual”. Nos sentamos con el productor y dijimos que para éste disco y concepto no queríamos que sucediera. Sí que tenga una esencia, que una todo.

–Una esencia “Jaime Kohen”, pero con matices distintos.

–Ajá, porque creo que pasamos por momentos muy diferentes en la vida, y está padre que te guste una canción para un momento y otra canción para otro. ¿No?

–En este álbum te apoyaste de Jared Lee Gosselin, un productor con todo el soul de Detroit. ¿Cómo fue trabajar con él? ¿Qué te llevaste de esa experiencia?

–Al principio fue…

¡Se me olvidó poner mi teléfono en silencio y sonó! Tomo la llamada y es el chofer: lleva 25 minutos sin encontrar lugar para parar el coche. La poquísima disponibilidad de espacios para estacionarse es la maldición de esta colonia tan bonita. Ni modo, que él se las arregle. Le mandé la bendición en mi mente, que ojalá Dios se apiadara de él y le presentara un lugarcito milagroso. Jaime se tomó la oportunidad, mientras tanto, de comentarles a Sonia y a Farid de un documental que le encantó, Searching for Sugar Man (2012). También me platica con emoción, y se me figura a un niño jugando a los piratas y presumiendo su tesoro. La forma tierna en la que se iluminan sus ojos al contarnos contrasta drásticamente con el púrpura de sus ojeras.

Volviendo al tema…

–Al principio fue un poco difícil porque Jared Lee está acostumbrado a hacer discos “de antro”. Yo me agarré mucho de India Arie y Macy Gray y le dije “quiero esto”. Él en ese momento estaba haciendo cosas con las Pussycat Dolls y no se qué, muy de antro. Entonces fue al principio un proceso de platicar mucho y escuchar sonidos para hacer un equilibrio. Fotosíntesis se grabó casi todo en vivo, pero si tiene elementos programados. Para mí, fue un poquito difícil al principio abrirme a lo programado, porque yo quería que todo fuera en vivo, y para él fue difícil mi concepto más orgánico. Me encantó la mezcla de las dos; al final él me enseñaba algo programado diciéndome te lo voy a quitar para que escuches”, y cuando lo quitaba, ya no me gustaba tanto. Aprendí que no importa si hay cosas programadas, más que nada lo que importa es la mezcla de los conceptos. Fue un proceso muy intenso. Fui a Los Ángeles, y fue un mes y medio de estar en el estudio; me paraba, hacía ejercicio, y me iba al estudio desde las diez de la mañana hasta la una de la mañana. Era convivir intensamente y platicar de muchas cosas, se volvió mi amigo.

–Algunos de tus temas están en inglés y en español. ¿Qué intención hubo detrás de sacar material en los dos idiomas?

–Bueno, empecé a cantar en Nueva York y a componer simultáneamente en inglés y español. Me daban ganas de mover un mensaje, a través de mi música lo que más quiero es mover un mensaje. Creo que en inglés le llega a más personas. Por supuesto que estoy en México, y la mayoría del disco está en español, pero sí metí una canción en inglés, y a veces lo que hago es que hago la versión en inglés y en español. Eso es algo que en el segundo disco quiero seguir haciendo, en una o dos canciones. Sí me funciona, la verdad, porque de pronto me salen, aunque sean poquitos, fans en Israel o en Estados Unidos, el otro día me escribió alguien de Asia. Va llegando a personas, aunque sean poquitas, y sí es diferente que entiendan el mensaje a que lo escuchen solamente en español y, aunque sí les guste la música, no entiendan.

–¿Te sientes diferente al cantar en inglés? Hay veces que la sensación es distinta cantando en inglés que cantando en español.

–Al principio sí me sentía muy diferente, pero como ha pasado el tiempo, siento que ya me gustan las dos. En inglés, como no se pronuncian las vocales tan marcado como en español, la melodía puede fluir muy diferente. Me gusta más, a veces, componer en inglés, se me hace más fácil. Pero me gusta en las dos, mucho.

–Con todos los cambios que hubo en tu relación con EMI… EMI ha sufrido muchos cambios en sí, y por lo tanto también los involucrados tuvieron muchos cambios en su relación. Ahora sí, dirían que se te cerró una puerta, pero se te abrió una gran ventana, en la que te adaptas a un nuevo modelo de negocio, eliminando a la editora y a la productora de la ecuación. Ahora lanzas tu nuevo material, de Contraluz Vol.1, directamente a través de iTunes. Para mí, será un camino que más y más artistas tendrán que tomar con el tiempo, porque se han vuelto más exigentes y menos abiertas las disqueras a tomar riesgos. Aunque llevas poco tiempo así, ¿cómo te ha funcionado? ¿Cuáles han sido algunas ventajas y desventajas de ser un artista mucho más independiente?

–Bueno, la ventaja es que me siento mucho más en control del proyecto, entre mi equipo y yo podemos tomar muchas decisiones sin depender de nadie. Como dice la palabra independiente, me encanta sentirme libre de no depender, de tomar decisiones artísticas y de la carrera sin estar rindiendo cuentas ni esperando a que te digan si sí o si no. Esa parte es muy rica, ¿no? A mí la libertad y la independencia me fascinan. La parte difícil es que toda la inversión cae sobre ti, tienes que conseguir la lana y es mucho dinero para todo. A fin de cuentas hay más presión, porque si la disquera puso dinero y al final no lo sacó, es su problema. Ellos te apoyan y se hacen responsables de la inversión, y tú te encargas más de la parte artística. Entonces, me he tenido que convertir en un buisinessman, hacerme más responsable y tener que elaborar un plan de trabajo, cosas que a lo mejor no son tanto mi área; pero está padre también, aprender de todo y hacerte responsable de esa parte.

–Tengo entendido que vas a lanzar dos volúmenes de Contraluz, a lo largo del 2013 y el 2014. ¿Cuál va a ser el hilo conductor entre ambos volúmenes? ¿Cuál será la relación entre Contraluz Vol.1 y Contraluz Vol.2?



Jaime Kohen 
–Ambos volúmenes hablan específicamente de lo que vivimos en común en la relación de pareja; de todos los tipos de emociones, desde antes de que conoces a alguien y estás solo, desde que conoces a alguien y te emocionas pero no sabes cómo acercarte, hasta que ya estás enamorado, que empiezan unos problemas… luego cortas y ves a la persona con otra persona y te traumas. Viene como todo tipo de momentos, y eso va a ser un hilo, la temática: la relación de pareja. El segundo hilo es que los dos volúmenes tienen una influencia “retro”, desde los años cuarenta o cincuenta hasta los setenta. A mí esa época me fascina, y quiero que todo esto sea en vivo, no hay nada programado. Es como evolucionar de Fotosíntesis a Contraluz. También habrá un hilo en la parte de arte, en ambos hay un elemento: el elemento de este volumen es un paraguas. El paraguas es querer estar siempre protegido y que nada te toque, y la ropa que voy a usar en los shows será cerrada, con moñito. En el otro volumen, la imagen será como mucho más abierta, que es cuando ya te liberas.


– ¡Está padre! Es un concepto muy completo. ¿Has pensado en hacer algún video musical para Contraluz?

–Sí, vamos a hacer dos. Van a ser dos canciones: una se llama “Millonario”, que se va a lanzar en abril, y va a tener video, es a la que más le vamos a meter. La segunda se llama “Quiero saber”, esa también ya tiene video. De “Domingo”, que fue la primera canción que sacamos a iTunes, hicimos uno (video) más casero. Es de un show que hice en Voilá, está en vivo. Es muy simple, literalmente como si un fan hubiera filmado el show. Pero está lindo, ¿no? Que la gente también me vea en vivo.

–Que sepan a qué se atienen cuando van a un show tuyo, como lo hizo… ¡Ay! ¿Cómo se llama? –Lo tengo en la punta de la lengua, un chavo joven, de Hawái, no me acuerdo, que vergüenza. Por favor acuérdate, Michelle–. ¡Bruno Mars! Con su último video dijo “Quiero un video en vivo para que vean lo que es mi show”.

¡Claro!

–Eres un artista al que le gusta tener sus fans cerca, eso es algo que por lo general no se ve. No es lo mismo que una Lady Gaga, que quiere tener a sus 5 millones de fans cerca, pero no tiene manera.

– ¡No se puede! – me dice entre risas. ¡Que no me sonría, porque me distraigo!

– ¿Qué papel juegan tus fans en tu carrera?

–Son lo más importante porque sin ellos no existe la carrera. Sin ellos no existe hacer shows y que vengan, no se mueve la carrera, no existiría. Son muy importantes. La verdad es que en toda la parte difícil y negativa de la industria y de mi experiencia en la música, cuando veo a mis fans, leo lo que escriben y veo como les llega la música, los detalles que hacen, es lo que me vuelve a motivar. Es lo que me hace decir “sí funciona mi intención, sí llega la música al corazón de la gente”. Eso me mueve mucho.

¿Y alguna vez te imaginaste que tendrías fans chiquititos, niños, y que tendrías fans más grandes, señores y señoras?

–No me lo imaginaba pero trato de hacer la música de una forma muy universal, que pueda llegar a todo tipo de gente. Creo que a consecuencia de eso, y de tratar de hacerla fresca y accesible a todo tipo de público, sí me llegan muchos tipos de público diferente: niños, señoras, señores, chavitas, gente de todo tipo.

–Tú mensaje, al final del día, sí está llegando a un grupo amplio. Es algo a lo que te puedes conectar, estés chiquito, grande, seas de dónde seas. ¿Qué sorpresas nos tienes, para el resto del año?

– ¡Uy! Hay muchas sorpresas, muchas planeadas, y muchas que van surgiendo en el camino. Lo que más, más me emociona, y que estamos luchando mucho para hacer, es llegar a toda la república con mi show propio. Hemos ido varias veces, pero de promoción, y no es lo mismo que ir con un show propio. Lo que más emociona es la gira de Contraluz Vol.1, con el concepto del paraguas y todo lo que te digo. Todo está muy bien definido y concretado.

–Dicen que el citadino, las personas de grandes metrópolis como el D.F., son menos sensibles, menos perceptivos, que quien es de “provincia”, por decirlo de alguna manera. ¿Ha sido distinta la reacción a tu música de personas en provincia a las que están en grandes ciudades?

–La verdad ha sido muy buena, en ambas. Lo que yo siento que pasa aquí, en el D.F., es que como hay tanta gente y tantas cosas, como que es muy específico quién te sigue y quién no te sigue. Lo que veo en provincia es que la gente está más abierta a recibir las cosas. Se abren más a la experiencia, como no tienen tanto movimiento y tantas opciones como acá, los veo más abiertos a recibir, y valoran más las cosas.

–Todo artista tiene que hacer sacrificios para su carrera. Quisiera preguntarte, ¿cuáles son los mayores sacrificios que has tenido que hacer, en pro de tu carrera y tu música?

–Un sacrificio es en la parte económica, en vez de, a lo mejor, irme a un viaje, meter en otro negocio o comprar un departamento, lo he metido todo a mi carrera, y más ahorita que estoy independiente. Es un sacrificio económico que vale mucho la pena, pero a veces pienso, ya que metí dinero, “hubiera comprado un departamento” o “me hubiera ido unos meses a la India”. Ahorita que estoy en el momento de seguir construyendo, vale toda la pena. El segundo sacrificio es no tener una rutina, que a veces sí me gusta. Tener mi ejercicio todos los días o irme a meter a una clase, a veces no me puedo comprometer con clases porque de pronto tengo un mes en que no tengo nada que hacer y otro en que no puedo hacer nada. El otro (sacrificio) es a veces tener que dejar de ir a cosas o eventos de familia porque tengo trabajo, pero creo que eso nos pasa a todos los que trabajamos.

–A todos, pero en sí, creo que hay cierta pasión que tiene que tener un artista para salir adelante. El público no lo ve, pero hay mucho sacrificio detrás.

–Sí, la verdad es que sí lo hay.

–Si no hubieras regresado a México cuando lo hiciste, ¿crees que la vida te hubiera reencaminado a la música?

–Mmmm… no sé –respondió pensativamente–. Creo que hay muchas opciones donde me pudo haber llevado la vida, no estoy seguro. Creo que la música es una lección muy cañona para mí, a un nivel muy interno y espiritual, porque sí me ha ayudado muchísimo a manejar como la parte de mi “ego”, y la parte del amor, y todo el tiempo elegir entre esta dualidad y encontrar un balance. Más que nada en la parte de experiencia y aprendizaje interno, más para mí, creo que fue perfecto el proceso. Lo veo como algo de una etapa de mi vida, que me encanta y estoy disfrutando mucho. Sólo que, cuando quiera tener familia, y tenga familia, no me gustaría ya dedicarme a la música. Quisiera algo un poco más estable, con esta parte de rutina que te digo, para yo estar tranquilo y poder hacer ese proyecto de vida, que es hacer una familia, y hacerlo bien. No sé a dónde me lleve la vida.

–Y, bueno, ¿qué consejo le tienes a los artistas que apenas van arrancando, sean músicos, sean actores?

–Que este tipo de profesión se llaman carreras justamente porque no suceden de un día a otro. Aunque a veces sí, si eres seas Justin Beiber o alguien así, sí es rápido. Pero si tú ves las historias de la gente que admiras, te puedes dar cuenta que son carreras que toman tiempo. Por ejemplo, Shakira sacó muchísimos discos, desde niñita empezó. Necesitas mucha paciencia, mucha perseverancia, mucha fe en ti. Lo que sí les recomendaría es que si tengan muy clara su intención, ¿por qué están eligiendo hacer eso? Se vale decir “porque quiero ser famoso”, o “porque quiero sanar gente”, o por lo que quieras. Mi segundo consejo es que siempre se rodeen de la mejor gente, con el mejor equipo de trabajo, y para mí, el mejor equipo de trabajo es el que cree en ti. Ese es el mejor equipo que puedes tener, la gente que te dice que sí lo puedes lograr. El tercer consejo es que no se esperen a que algo suceda para empezar, que empiecen con lo que puedan, aunque sea una obra en la que lleguen cinco personas, un conciertito de veinte. Que no esperen a que un manager o una disquera los encuentre, que se muevan haciendo un demo, un show, moviendo la energía. Solita la vida los irá guiando y van a empezar a suceder cosas. Hay un ejemplo que me gusta mucho, que es Sarah Jessica Parker. Sí le iba bien, hacia obras y películas, pero no era tan famosa. Ella se hizo famosa con Sex and the City.

Años después…

Años, y eso ella lo hizo. Ella no esperó a que alguien la contrate, ella se puso a buscar el mejor guionista, las mejores actrices para que salgan con ella, el concepto, todo. Ella es la productora, ella se puso a actuar, y ella logró algo increíble por ella misma. Me encanta que no se esperó. Muchas veces sí surgen oportunidades pero tienes que hacer cosas que están en tus manos y moverte.

–La última pregunta, ya para concluir: ¿Qué sigue para Jaime Kohen? ¿Qué meta te gustaría lograr en los próximos años?

–Ahorita, lo que más quiero, primero este año, es sacar Contraluz Vol.1, que la gente lo reciba bien. Lo que más me importa es hacer una gira muy completa por la toda república, y si puedo, también fuera de México, y poder complacer a la gente que me ha seguido durante tanto tiempo, poder darles un show propio. También mi meta mayor este año, por ser independiente, es ver si puedo hacer un negocio de esto o no, porque si no puedo hacer un negocio entonces seguiría haciendo música pero a otro nivel. Tengo que combinar la parte creativa con la parte de negocios, porque si no… pues no se puede.


7 comentarios:

  1. Me da mucho gusto que abran lugares de cupcackes en la condesa ya que es un lugar muy agradable para pasar el rato con amigos o familia.

    Daniela Abbud

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  2. esta interesante y divertida
    luisaleon

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  3. Muy interesante la entrevista, me gusto que se contara todo desde como se llego al lugar; y también como contesto el entrevistado. Fue una entrevista muy completa.

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  4. Me encanto que el reportaje empieza en un lenguaje informal en el cual la reportera cuenta su experiencia para llegar a la entrevista.
    Me gusta como se van desarollando las preguntas a lo largo de esta

    Jaqueline Resnik

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  5. Muy interesante la entrevista, me gusto que se contara todo desde como se llego al lugar; y también como contesto el entrevistado. Fue una entrevista muy completa.

    Stephanie Guerrero

    ResponderBorrar
  6. Me gusta mucho el lenguaje empleado en la entrevista. Me pareció muy fresco y descriptivo, haciendo que el lector se imagine la situación y quiera seguir leyendo.

    Muy buen trabajo.

    Cecy Amkie

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  7. Esta entrevista me pareció muy importante por que demuestra como si quieres algo en la vida, lo puedes lograr. Solo que no te puedes dar por vencido tan fácil, como en este caso a Jaime se le cerraron muchas puertas al principio pero siguió, lucho y logró sacar su disco.

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