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miércoles, enero 20, 2010

Naturalmente espectacular

Por Laura Gómez Aurioles

Rebasando los 500 millones de dólares recaudados en taquilla en tan sólo Estados Unidos, Ávatar ha resultado un boom en la industria no sólo del cine sino del entretenimiento al incursionar en la pantalla en tercera dimensión. Y no es únicamente su éxito económico sino su calidad artística lo que destaca de la película, ya que ha logrado el reconocimiento en los Globos de Oro, llevándose los premios a mejor director y mejor película dramática; enfilando para ser galardonado en los próximos Óscares.

Después de traernos éxitos como la saga de Terminator 1 y 2 (1984 y 1991) y , la innovadora Aliens (1986) y la ganadora de múltiples premios de la Academia, Titanic (1997); el escritor, productor y director James Cameron tuvo que encapsular el guión de Avatar dado que en 1999, cuando él planeaba la filmación, no existía la tecnología que él concebía para su realización. Fue hasta que vio El Señor de los Anillos: Las dos torres (2002) que el visionario se convenció de que la tecnología CGI había progresado lo suficiente para cristalizar su idea. Siendo ésta una cinta con 60% Photo-realistic CGI y 40% de filmación tradicional, Avatar rompió récords en costos de producción con un estimado de $280,000,000 dólares, figurando entre las más caras de la historia.

Muchas historias se han llevado a la pantalla grande sobre la vida en otro planeta, normalmente girando en torno a una invasión devastadora a la Tierra. No obstante, Cameron decidió darle la vuelta a la hoja y hacer una especie de proyección del imperialismo americano en dónde los invadidos son los Na’vi, habitantes de Pandora, una luna en el sistema estelar Alpha Centauri en el año 2154. ¿El motivo? No, no es petróleo (como en el caso de Irak), pero sí un precioso mineral llamado unobtainium con cualidades extraordinarias. Es así como se crean avatars, cuerpos creados con tecnología genética, que auxilian a los seres humanos a adentrarse en la cultura Na’vi para negociar su retirada “pacífica”. Jake Sully (Worthington), un marine inválido, será el que logre este contacto, dándose cuenta de que con su nuevo cuerpo azul y formido es capaz de más cosas que tan sólo poder correr otra vez.

El trabajo de Cameron es simplemente extraordinario. Desde la solicitud del lingüista Paul R. Frommer para crear el lenguaje Na’vi con alrededor de 500 palabras; hasta el empleo de cámaras ajustadas en las cabezas de los actores para grabar todas sus gesticulaciones, gracias a puntos pintados en sus rostros, como guías para la animación de los artistas CG; Avatar resulta una cinta innovadora en gran medida. El experimentar la experiencia tridimensional con paisajes majestuosos, coloridos y sumamente realistas logra que el espectador sienta las dos horas y cuarenta y dos minutos como un breve parpadeo. El público logra sumergirse totalmente en el universo de Pandora, dejándose llevar por la trama.

Sin embargo, no todo es tecnología, el director tuvo sumo cuidado de otros aspectos, incluido el desempeño de sus actores. Cameron se llevó a su equipo a Hawaii, donde pasaron días explorando las junglas y la naturaleza, acampando y comiendo pescado; envolviéndose así de la premisa de la cinta en dónde el mensaje principal es el equilibrio natural de un ecosistema y los seres vivos. Zoe Saldana, quien interpreta el papel de Neytiri, incluso vistió de guerrera durante sus jordanas y utilizó una cola parecida a la que su personaje posee en la película. Por otro lado, el director decidió buscar talento joven y desconocido, dando el papel protagónico a Worthington, quien también trabajó en la reciente versión de Terminator (Terminator: La Salvación) en el 2009. Todo esto se vio reflejado en pantalla, pues la animación proyectó personajes que verdaderamente parecen en una atmósfera natural y real; brincando entre ramas, saltando troncos, cayendo al vacío…

Pese al ruido que se ha hecho sobre lo pobre que es la trama de la película, Ávatar debe reconocerse por su calidad de producción y reconocer el valor de su mensaje. En un mundo donde las guerras, el imperialismo y la soberbia nos aleja cada día más del equilibrio natural y el amor; Cameron ha hecho bien en utilizar el poder del espectáculo de la imagen tridimensional y el sonido para envolver a la audiencia en lo que hemos olvidado: la naturaleza, el espíritu y la voluntad. Esta es una película que no puede pasar de largo, por una lado u otro es imposible no impactarse de esta producción tan natural como espectacular.

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